RAIGAMBRE
Revista Cultural Hispánica
domingo, 15 de septiembre de 2013
POEMAS POR SIRIA (I)
Por Antonio Moreno Ruiz
-Empezamos esta serie poética por la muy digna República Árabe de Siria, su glorioso ejército y su legítimo presidente Bashar Al Assad, garantía para nuestros hermanos en la fe, esto es, los descendientes directos de los primeros apóstoles. Va por ellos, ¡por la victoria frente a los invasores anglosionistas, turcos y wahabitas que financian y entrenan terroristas!
LLEGÓ LA HORA DEL MUNDO LIBRE
Llegó la hora del mundo libre.
¡Llegó, llegó, llegó!
La mentira esclavizadora,
se acabó, se acabó.
El corazón panarabista,
se defiende con ilusión.
Llegó la hora del mundo libre,
llegó, llegó, llegó.
¡Qué ejemplo de resistencia!
¡Qué ejemplo de honor!
Siria y su presidente Al Assad:
La victoria ya clamó.
Iluminen las estrellas el firmamento,
rujan las olas del mar ante el sol,
remuévanse las arenas ardientes,
Damasco cimentará la celebración.
Es la hora del mundo libre,
sí, la pesadilla se acabó,
un último empuje, y los laureles,
serán ofrecidos a Dios Nuestro Señor.
POEMAS SATÍRICOS (I)
-Comenzamos esta serie poética con auténtico y genuino espíritu quevedesco, repartiendo caña de España. Hay mucho que decir y que hacer, demasiada porquería por barrer. Que sirvan los versos para ellos. Vamos al lío:
LOS PEORES ENEMIGOS
Por Mcdaleno Ayomá
Que rojos y liberales son enemigos,
es un asunto muy cierto,
mas no nos confundamos:
Los peores enemigos están dentro.
En España, son una lamentable legión,
los frikifachas y los traicionalistas,
esperpentos sin oficio ni beneficio,
retrasados e irredentos surrealistas.
¿Para qué la policía invierte,
tanto dinero y tiempo en esto?
Falta no hace. Se ahorraría mucho,
ante tamaña reata de elementos.
Pero en eso se ve el talento policial,
que es el mismo que el de la cuerda….
En fin, hay que librarse de los obstáculos,
al retrete ha de ir la mierda.
Oh, oráculos apocalípticos de pacotilla
cardenales y doctores de salón,
maestros del onanismo mental,
caudillos de autoayuda y quita y pon.
Oh, curas frustrados y cebolletas,
coronadores del café y la tertulia,
vuestro propósito es conservar,
el mal que apesta a sepultura.
Porque sepulcros blanqueados sois,
gerifaltes de discusiones bizantinas,
sin más objetivo que la miseria,
de vuestras ridículas pseudo-teorías,
que, por supuesto, ni intentáis
llevar a la práctica. Sois expertos
asimismo, en hacer que los potenciales
buenos se vayan corriendo.
Tanta culpa como la oligarquía tenéis,
al dificultar la acción y hasta el pensamiento,
pero ya se acerca vuestra hora,
nunca fuisteis vivos, sino muertos.
Así que, supuestos puristas, el
basurero será vuestro destino,
se acabará vuestra necrofilia,
y vuestro pedorro enganche televisivo.
Dejadnos en paz, piara de inútiles,
adiós, por siempre adiós.
Una patada en el culo como despedida,
más pronto que tarde saldrá el sol.
sábado, 14 de septiembre de 2013
EL BOLCHEVISMO NO FUE RUSO
"Tienes que entender. Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos. Ellos odiaban a los rusos. Ellos odiaban a los cristianos. Impulsado por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin una pizca de remordimiento humano...
Con sus manos manchadas de sangre, muchos de mis compatriotas sufrieron más horrendos crímenes que cualquier pueblo o nación alguna vez haya sufrido en la totalidad de la historia humana. No estoy exagerando. El bolchevismo ha llevado a cabo la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo sea ignorante e indiferente sobre este enorme crimen es prueba de que la media mundial está en manos de sus autores."
Alexander Solzhenitsyn
DE BELLOC
“Digo pues, que hicieron su aparición contra la Iglesia los integrantes de un grupo de ricos inmorales que esperaban sacar ventaja de una ruptura general en la organización popular de la sociedad… Una clase poco numerosa, extremadamente rica, contaminada del ateísmo que se oculta siempre en la segura riqueza disfrutada durante largo tiempo, comenzaba a apropiarse en demasía de la tierra inglesa… es verdad que el monopolio absoluto del suelo y la opresión del pueblo por parte de los terratenientes es un procedimiento puramente protestante. Nada análogo sucedió ni podía haberse concebido en la Inglaterra de la pre-reforma… (esta oligarquía) comenzaba a inmiscuirse en la administración judicial, a reemplazar al pueblo en la legislación local y a suplantar apreciablemente al rey en la legislación central…. rebelarse contra la Fe, que siempre ha mirado con reservas y ha restringido y reformado la tiranía de la riqueza”.
Europa y la Fe
"El Capitalismo constituye una calamidad no porque defienda el derecho legal a la propiedad sino porque representa, por su propia naturaleza, el empleo de ese derecho legal para beneficio de unos pocos privilegiados contra un número mucho mayor de hombres que, aunque libres y ciudadanos en igualdad de condiciones, carecen de toda base económica propia.
Por lo tanto, la calamidad básica que de una manera drástica llamamos capitalismo, debiera, con más precisión llamarse «Proletarianismo», dado que las características del mal estado de la sociedad que hoy llamamos «Capitalismo» no consisten en el hecho de que unos pocos tengan propiedades sino en el hecho de que la mayoría, aún cuando desde el punto de vista político sean iguales a sus amos y libres para ejercer todas las funciones inherentes a un ciudadano, no pueden disfrutar la libertad económica completa. [...] La presencia de un proletariado tan amplio es la que imparte el tono a todo el conjunto de la sociedad y lo que hace que ella sea una Sociedad Capitalista”.
La crisis de nuestra civilización
Hilaire Belloc
PARA LAS NOVELAS EJEMPLARES
Prólogo de Miguel de Cervantes Saavedra para sus Novelas Ejemplares:
«[…] Y así te digo otra vez, lector amable, que destas novelas que te ofrezco, en ningún modo podrás hacer pepitoria, porque no tienen pies, ni cabeza, ni entrañas, ni cosa que les parezca; quiero decir que los requiebros amorosos que en algunas hallarás, son tan honestos tan medidos con la razón y discurso cristiano, que no podrán mover a mal pensamiento al descuidado o cuidadoso que las leyere.
»Heles dado nombre de ejemplares, y si bien lo miras, no hay ninguna de quien no se pueda sacar algún ejemplo provechoso; y si no fuera por no alargar este sujeto, quizá te mostrara el sabroso y honesto fruto que se podría sacar, así de todas juntas, como de cada una de por sí.
»Mi intento ha sido poner en la plaza de nuestra república una mesa de trucos, donde cada uno pueda llegar a entretenerse, sin daño de barras; digo sin daño del alma ni del cuerpo, porque los ejercicios honestos y agradables, antes aprovechan que dañan.
»Sí, que no siempre se está en los templos; no siempre se ocupan los oratorios; no siempre se asiste a los negocios, por calificados que sean. Horas hay de recreación, donde el afligido espíritu descanse.
»Para este efeto se plantan las alamedas, se buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se cultivan con curiosidad los jardines. Una cosa me atreveré a decirte, que si por algún modo alcanzara que la lección destas novelas pudiera inducir a quien las leyera a algún mal deseo o pensamiento, antes me cortara la mano con que las escribí que sacarlas en público. Mi edad no está ya para burlarse con la otra vida, que al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano. […]»
viernes, 13 de septiembre de 2013
CONTRA EL BILINGÜISMO ANGLOSERVIL EN ESPAÑA
DETENGAMOS A LOS CORRUPTORES DE NUESTRA ENSEÑANZA
Por Manuel Fernández Espinosa
Todavía recuerdo que a los de mi quinta, llegados a cierta edad, en el colegio nos dejaban elegir entre el idioma francés y el inglés. Yo fui uno de los pocos de mis compañeros de clase que escogió el inglés. La mayoría de mi clase estaba formada por hijos de emigrantes que, aunque no dominaran la lengua francesa como un Molière, estaban en cierta medida familiarizados con el idioma francés. Muchos de ellos habían ido a Francia con sus padres para la recolección, viviendo algunos meses allí (sin ser "cursos de inmersión", como dicen los pedantes); es más, incluso recuerdo que algunos de mis compañeros habían nacido a las orillas del Garona, siendo españoles por los cuatro costados. Después de haber pasado algunas décadas, considerando la marginalidad a la que estaba condenado en aquella época el inglés en los proyectos curriculares de la enseñanza española, constato que quienes optamos por cursar el inglés en aquellas fechas éramos minoría y lo éramos -interpreto- por un factor determinante: la mayoría de mis compañeros se defendían con el francés hablado (por la emigración periódica de sus familias) y, puestos ante el dilema entre inglés y francés, habían elegido la opción que les resultaba más fácil.
El estudio de una lengua (sea ésta la que sea) siempre es un enriquecimiento cultural y nadie con dos luces va a discutir eso, pero muy otra cosa es implatar el bilingüismo en las aulas. Y hablo del bilingüismo concreto: estoy hablando de clases de Ciencias Sociales en inglés para alumnos españoles en Institutos de Enseñanza Secundaria (privados, concertados y públicos). Sostengo que la implantación del bilingüismo es una más de las expresiones del servilismo al que nos ha conducido esa abyecta y apátrida clase política que, con sus sistemas deseducativos, trabaja sin descanso por la destrucción de nuestra identidad y nuestras raíces. Pues el bilingüismo (inglés-español) no puede ser visto sino como lo que a todas luces es: el instrumento más patente de inculturación.
De manera tal que nuestros jóvenes, a los que ya cuesta de por sí tanto trabajo ofrecerles una enseñanza provechosa, tendrán ahora -por si fuese poco- el obstáculo añadido de tener que aprender las materias escolares en un idioma que no es el suyo, que es el idioma del enemigo multisecular, que es un idioma que compite con el español en su expansión planetaria. Los gobiernos que han planeado y consentido la instalación de este bilingüismo servil en España están haciendo un flaco favor a la posición de la lengua española en el mundo; están socavando las posibilidades de una enseñanza eficaz de las materias normales y muestran con su actitud, una vez más, la poca confianza que esta pléyade de nulidades culturales tiene en España (a la que -en la absoluta falta de vergüenza que caracteriza a esta lacra social- la llaman "marca España"), pues uno de los elementos fundamentales de la Hispanidad es la Lengua Española y una España que hablara en inglés no sería España. España tiene que ser la custodia de ese patrimonio espiritual que es la Lengua y la Cultura Hispánica, pero para ser eso España tiene que deshacerse cuanto antes de quienes la prostituyen y corrompen.
Muchos podrán pensar que yo me opongo al bilingüismo por anglofobia; pero no es así. Pues me opondría a cualquier bilingüismo decretado y sólo respeto -en sus justos y cabales términos- los bilingüismos naturales que, en sus respectivos territorios, compaginan el castellano con el vascuence, el castellano con el catalán, el castellano con el valenciano, el castellano con el gallego y... Hasta propondría el bilingüismo del castellano con el portugués (que no existe oficialmente) como óptima fórmula para las zonas fronterizas de España con Lusitania, siempre y cuando hubiera reciprocidad por la parte portuguesa.
No está dicho aquí que el inglés sea eliminado del currículo de nuestros estudiantes, no. Contra lo que me opongo frontalmente, por patriotismo y por sentido común, es contra un bilingüismo que será fuente de una catástrofe educacional en la normal enseñanza de asignaturas tan importantes como la Historia o la Filosofía. Contra un bilingüismo que, además de ser el capricho de gabinetes apátridas y extranjerizantes, es otra maquinaria destructiva de nuestra identidad.
Estamos siendo colonizados desde hace más de doscientos años por el imperialismo de la barbarie anglosajona. Con el avance en España de iniciativas como el bilingüismo de marca inglesa (ante la pasividad de todos los involucrados en la enseñanza: padres, alumnos y profesores) la colonización será total y completa. Y entonces, será ridículo reivindicar Gibraltar (haciéndolo en inglés).
Hagamos algo por impedirlo.
jueves, 12 de septiembre de 2013
LAS ANDALUCÍAS EN VERSOS DE MANUEL MACHADO
Cádiz, salada claridad; Granada,
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora. ...
Almería dorada.
Plateado Jaén. Huelva, la orilla
de las Tres Carabelas...
y Sevilla.
Manuel Machado
RAMIRO LEDESMA ANTE EL SEPARATISMO "CATALÁN"
Cataluña en el camino de la insurrección. Nuestra actitud
El rostro del problema catalán
Ni ahora ni nunca ha sido el problema catalán confuso ni difícil. La dificultad y la confusión han radicado en las actitudes políticas enclenques desde las que se hacían los juicios.
En Cataluña ocurre y acontece sencillamente esto: unos núcleos más o menos numerosos de catalanes se insolidarizan del destino histórico de España y agrupan sus afanes en torno a un posible destino peculiar y propio de Cataluña. Todos los grupos que funcionan en Cataluña bajo el signo de la autonomía, desde los más radicales e intransigentes hasta los de más moderada tendencia autonomista, aparecen englobados y aludidos en esa misma frase. Les informa el mismo origen de insolidaridad. Plantean su problema no desde el punto de vista de una mayor eficacia y de una mayor grandeza española, del Estado español, sino desde el ángulo propio y reducido de Cataluña, como algo que se le plantea y presenta a España desde fuera.
La actitud y la réplica de los españoles
Bien sencillo sería para nosotros indicar la réplica que hubiésemos dado -y desde luego daremos- a ese problema que planteaban los núcleos autonomistas de Cataluña. Pero nos interesa aquí señalar antes las que otros dieron, las que han triunfado en la opinión española durante los últimos años, con anterioridad a la presencia política de la Falange de las JONS.
Apareció en España una tendencia favorable a las pretensiones autonomistas, y ahí está su triunfo en la Constitución de la República y en el Estatuto de Cataluña. Y hubo en lucha con ésa, otra diferente, unitaria, la popularizada en torno a Royo y al «ABC», que representan el unitarismo o centralismo liberal del siglo XIX.
Las consecuencias de la primera están visibles. Son el Estatuto triste y la rebeldía que ahora se inicia. Las de la segunda pueden alcanzar una gravedad aún mayor. Pues se adopta por los sectores menos combativos, que tienen de la política y de la vida nacional un sentido de paz, de respeto y de tolerancia liberal y democrática. Así acontece que su patriotismo unitario se convierte con facilidad en una cobarde y traidora resignación a que esos grupos autonomistas de tendencia disgregadora se alcen con su región y se declaren independientes. Nada harían en ese caso, sino resignarse. Es más, lo piden y solicitan como solución preferente a la del Estatuto. Es la actitud, repetimos que cobarde y traidora, de los que piden «fronteras, fronteras» y casi la del «ABC» en sus titulares famosas: «O hermanos o extranjeros».
¡Absurdo! Monstruoso. ¿Qué doctrina es ésa? Es sencillamente la misma de los separatistas: la del derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Aquella opción y aquel dilema son cosa intolerable e imposible. Cataluña es un trozo de España y el derecho a disponer del destino de Cataluña corresponde a los españoles todos. No puede ser suavizada y recortada una afirmación tan justa y evidente como ésa.
La disgregación de la Patria, la pérdida de su unidad, es, pues, algo que no tiene sentido sino como producto de una derrota.
El conflicto originado por la Ley de Cultivos
Naturalmente que lo que nos interesa ahora en esta página es enfrentarnos con la realidad más perentoria que se ofrece hoy a los españoles desde Cataluña.
El origen concreto del conflicto ha sido rebasado por los hechos posteriores y apenas tiene hoy interés alguno. No nos importa nada o muy poco el forcejeo en torno a si Cataluña puede o no legislar sobre esto y aquello. La realidad destacable e ineludible es ahora ésta: el episodio de la Ley de Cultivos. La polémica acerca de si corresponde o no a Cataluña hacer una ley así ha puesto al desnudo la tendencia hacia la rebeldía, hacia la insurrección antiespañola que caracteriza a los autonomistas de Cataluña.
Bien sabemos que la coyuntura elegida por Companys y la Generalidad es en algún aspecto favorable a sus designios. El haberla proporcionado es una de las torpezas y responsabilidades del Gobierno Samper. Además, encajan el momento y los propósitos con la movilización revolucionaria marxista en trance de estallido, con la hora de un Gobierno débil, que se encoge ante las decisiones de violencia, y también con una etapa depresiva del pueblo español, sin caudillos eficaces ni orientaciones de gran temple.
Pero es tan notoriamente obligada la intervención durísima, que es muy difícil que no gane el ánimo incluso de los más pacíficos y tolerantes personajes. Y desarmará asimismo los propósitos que mantienen quienes desde fuera de Cataluña desean ayudar de flanco la operación subversiva, traidora, que allí se fragua.
¡Hay que aplastar la rebeldía!
La subversión que tiende a desencadenarse en Cataluña no es de tipo revolucionario. Es decir, no equivale a la lucha porque en España predomine o triunfe esta política o la otra. Allí no es ésa la cuestión, aunque deseen presentarla así los grupos y partidos que operan hoy en España sin rubor ni vergüenza, de acuerdo con el separatismo catalán. Si allí hay algo que reprimir, no es una subversión revolucionaria contra el Estado, sino cosas todavía más graves: allí hay que reprimir una acción contra España, ni más ni menos que acontecería en una guerra con enemigo extranjero.
Se ventila no una guerra civil, que en ésta, al fin y a la postre, se pugna por apoderarse del timón de la Patria, sino algo peor, que no suele sobrevenir ni aun como consecuencia de desastres guerreros con potencias enemigas: la pérdida de territorio nacional.
En esas condiciones, surgida en Cataluña la declaración separatista, y a eso equivale la burla permanente de Companys y sus ministros hacia el Gobierno español y hacia las leyes españolas, el deber ineludible no puede ser otro que el de aplastar radicalmente la rebeldía.
La patria de los catalanes insolidarios
Toda la propaganda que se hace en Cataluña tiene lugar bajo un signo patriótico, de una patria catalana, claro es. El tono y los fervores con que revisten sus sueños políticos son de un nacionalismo absoluto. Ese es uno de los aspectos que denuncian la imposible conciliación en un plano de armonía con el destino común de España. No hay ni puede haber dos Patrias.
El vocabulario de los agitadores autonomistas y las frases y las imprecaciones con que exaltan o combaten a las gentes están informadas por una fe nacional catalana, por el hecho de reconocer a Cataluña como una Patria. Ahí está un reciente ejemplo de ello: hace breves días, el periódico órgano de Companys, en trance de calificar durísimamente a Cambó, como máximo insulto lo llamaba, quizá con justeza, «hombre sin Patria». He ahí, pues, unos hombres de izquierda, unos correligionarios en su actitud política, de estos otros que también como izquierdas actúan en la política española desligados y desprendidos de toda emoción nacional y de toda invocación profunda a la Patria española: los Azaña, Domingo, Prieto, etc. ¿Se concibe a esta sarta de traidores conceder a esa frase de «hombre sin Patria» categoría imprecatoria contra alguien?
Los auxilios a la rebeldía
Este último detalle descubre el carácter monstruosamente absurdo de que los hombres que dirigen lo que se llama grupos de izquierda amparen y protejan la insolidaridad catalana. Pero si tan cerca están de ellos, si tan identificados se muestran con ellos, ¿cómo no perciben que allí hay aliento patriótico catalán, que alimentan y sostienen unos sentimientos y una emoción política que luego, en el ancho campo nacional de España, aplicada a la majestuosa realidad de la Patria española, niegan y persiguen con furor? ¿Qué traidores impulsos operan en esa política?
Ahí ofrece la actualidad, en efecto, el espectáculo de que reciba Companys por parte de esos grupos alientos para proseguir su rebeldía. Azaña, en su discurso ¡a las juventudes! de su partido, declaró su identificación absoluta con la actitud rebelde, con la actitud separatista. Y Prieto, líder obrero (¡!), socialista, declaró con solemnidad en el Parlamento que las masas del socialismo apoyarían de un modo activo, revolucionario, la subversión de Companys. ¡Magnífico! Ahí está la farsantería adiposa de este indignante Prieto, comprometiendo la sangre obrera de España en un litigio de los «patriotas» catalanes. Ni una sola organización obrera de Cataluña ha hecho llegar a Companys una adhesión y un ofrecimiento de esa índole. Los obreros catalanes, que conocen de cerca el perfil del pleito, están justamente al margen de las pretensiones «burguesas» de los separatistas y hasta de las ventajas económicas a los arrendatarios ricos, que son entre los «rabassaires», dicho sea de paso, los más favorecidos en la famosa ley.
La incapacidad de las derechas
La ineptitud y la debilidad con que el Gobierno Samper ha hecho frente al conflicto son bien conocidas. No tanto la de los grupos derechistas comanditarios del radicalismo lerrouxista. Es nuestro deber denunciarla a los españoles. Las derechas, y nos referimos a Gil Robles y su CEDA, pues el grupo monárquico ha de estar necesariamente desplazado de las influencias decisivas, carecen de la densidad nacional que se requiere para enfrentarse con firmeza con problemas como el que plantea la rebeldía autonomista. No es Gil Robles más nacional que Azaña y por eso, si se ve obligado a exigir del Gobierno una cierta energía, se basa no en que se muestre disconforme con la realidad autonómica, sino porque, según el juego político de los partidos, sus intereses son opuestos a los de la Esquerra. En cambio, se entiende y se entenderá siempre bien con Cambó y su grupo, tan desligados de la ruta española como Companys, si no más.
A nadie puede extrañarle cuanto decimos acerca de estas características de la CEDA. Se construyó este bloque derechista y organizó Gil Robles su triunfo electoral sin la menor apelación a este gran problema de la unidad española en peligro. No invocó para nada, como una necesidad y un compromiso, el conseguir y conquistar la unidad de España.
A eso han llegado los representantes políticos de la mayoría de los católicos españoles: a no ser siquiera una garantía contra las fuerzas que laboran por la disgregación de España. Y eso, después de dos siglos en que han venido diciendo y repitiendo que España debe al catolicismo todo cuanto es y ha sido en la Historia, desde su unidad hasta su imperio y su cultura. Pues ahí están ahora esos currinches parlamentarios de Gil Robles, todos católicos, abandonando en manos del Gobierno Samper la solución del conflicto después de que éste ha dado durante veinticinco días el espectáculo de su encogimiento y debilidad.
Solución única: la nuestra
La unidad de España no puede ser mantenida, sostenida e impuesta sino por aquellos españoles, sean de izquierda, de derecha o de centro, que tienen de España la conciencia de que es una Patria y de que su destino histórico es el mismo que el que esa Patria alcance y tenga. Parece absurdo que esté encomendada la defensa de su unidad a gentes y grupos cuya fe en una robusta existencia nacional es sumamente precaria y a las que no alimenta sin duda en sus avatares políticos otras motivaciones que unos modestos deseos de que España siga rodando por la Historia lo mejor que pueda, unas pasioncejas personales y algún que otro frívolo sedimento de vanidad parlamentaria.
Por fortuna, surgen los incidentes como este de la Ley de Cultivos, porque la realidad es inocultable y asoma su rostro. Van transcurridos veinticinco días y todavía no están del todo enterados el Gobierno y sus apoyos en las Cortes de la verdadera categoría del problema. Semanas de fórmulas, juridicidad e ignorancia del deber que trae consigo el hecho de gobernar a España.
La utilización de la violencia para machacar la rebeldía no es ya una de las posibles soluciones: es la única solución de que dispone el Gobierno. Y ante eso no cabe vacilar. O la aplica o dimite, reconociéndolo así y dejando a otros la tarea de efectuarla.
Pues en este caso concreto a que ha dado origen la Ley de Cultivos, como en todo cuanto se relacione con las pretensiones autonomistas, hay un factor imprescindible, y es el de la autoridad de España. Siempre que esta autoridad sea auténticamente nacional, es decir, que emane de un régimen justo y fuerte y no se proyecte de un modo mostrenco sobre Cataluña, sino de un modo español, allí no hay ni puede haber problema.
Someter a Cataluña a una autoridad española no es tiranizar a Cataluña. Bien sabemos la falsedad y artificio de casi toda la base histórica y teórica sobre que se apoya la insolidaridad de los grupos rebeldes. Pero el pueblo de Cataluña, un gran sector de él por lo menos, está totalmente incontaminado y se sabe tan español como el que más.
Lo único y lo ultimo
Bordea los linderos de la traición o de la imbecilidad abrir en la Historia de España un proceso de disgregación. Después de cuatro siglos de unidad y de ser España la primera unidad nacional de la Edad Moderna. Y, no se olvide, después de varias insurrecciones catalanas vencidas, lo que prueba, si prueba algo en relación con el problema de hoy, que siempre se manifestaron allí grupos de fácil disposición a volverse de espaldas al destino español. Y si en nuestra época esos grupos se ensancharon y crecieron, ello no implica reconocerlo como legítimos, sino, al contrario, implica centuplicar el esfuerzo que pueda necesitarse para su derrota.
La unidad de España es lo único y lo último que nos queda como asidero para reconstruir a España como gran Nación. No es posible abandonar ese asidero último. Antes cualquier catástrofe, porque siempre será de grado inferior a ella.
Esta actitud nuestra no equivale ni mucho menos al centralismo tradicional. Admitimos y pediremos probablemente una serie de reformas que den al Estado español agilidad y eficacia robusta. Pero -y ésa es nuestra palabra- todo ha de hacerse en nombre de una eficacia del Estado, no para satisfacer rencores ni aspiraciones morbosas contra el Estado español. Pero de todo esto hay muy poco que hablar ahora.
En este momento sólo una consigna es lícita y el Gobierno Samper o quien sea puede disponer de nosotros para que tenga efectividad. La consigna es ésta: hay que aplastar la rebeldía.
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http://www.ramiroledesma.com/nrevolucion/jn11a2.html |
lunes, 9 de septiembre de 2013
LAS DIMENSIONES GEOPOLÍTICAS DEL HISPANISMO (III)
Por Antonio Moreno Ruiz
EL HISPANISMO EN NUESTRA AMÉRICA
Decíamos que el hispanismo avanza hacia la metapolítica, y ello queremos consolidar. Por supuesto, ¿cómo obviar a la América Hispana y sumarnos al grito del mentado Alberto Buela contra “Latinoamérica”? Que no nos engañen más: No existe una “América Latina”. Históricamente no tiene base ninguna. La primera vez que se utiliza este sinsentido es con la administración de Napoleón III, concretamente a través del ministro Michel Chevalier (6). El imperialismo bonapartista se quiso apuntar el tanto y que Francia liderara a los pueblos “latinos”, sometidos a su política, por supuesto. La masonería hispanoamericana y luego la anglosajona lo acogieron muy pronto… ¡Y en nuestro tiempo la extrema izquierda más hispanofóbica, teledirigida por el chavismo, lo utiliza como un mantra! Pero no cuela… “Latino” es o bien el habitante del Lacio o bien el que demuestra mucha sabiduría del latín. En la América que fue española jamás se habló el latín, ni fue del Lacio el origen de su conquista y poblamiento. De Spanish America hablaron los ingleses hasta casi el siglo XX. En todo caso, “Iberoamérica”, aunque no del todo preciso, sería más justo. Pero a nosotros el que más nos gusta es América Hispana o Hispanoamérica. El más justo, el más histórico-tradicional y el que ha de tener mayor proyección de futuro.
Habrá quien crea que “hispanismo” continúa siendo un academicismo que rechazaría lo indio. Nada de eso. El hispanismo en América ni quiere ni puede ni debe excluir lo indígena, lo negroide o los distintos mestizajes. Es algo relativamente parecido al panarabismo, aquella corriente política surgida en especial tras la II Guerra Mundial con el anhelo de agrupar efectivamente a los países de lengua y cultura árabe, sin excluir los diferentes elementos que sobre esa base se nutrían: Beréberes, coptos, tuaregs, asirios, caldeos, negros… Con todos sus fallos, el panarabismo ha sido una apuesta bien sensata que acaso previó el reto de la globalización. A día de hoy, está sufriendo la enésima agresión del anglosionismo, que ha dirigido su terrorífica voracidad contra la República Árabe de Siria y su legítimo presidente Bashar Al Assad (7). Contra esta tremenda injusticia clamamos, apoyando a un pueblo bravo y culto que da ante el mundo una lección de dignidad, libertad y nobleza.
En América tiene aún mucho peso la Leyenda Negra que en su día esparcieron los liberales de entrambos hemisferios, ya fuera la oligarquía criollo-mestiza ya fuera el golpismo revolucionario español (Que contó con el apoyo de la gran mayoría de la nobleza). Asimismo, la esquizofrénica política española, donde un moro nacido en España es español de pleno derecho y a los nietos de españoles del Nuevo Mundo se les niega el visado no ha hecho sino abrir brechas. Es curioso que en el franquismo, el hispanoamericano fuera visto como un hermano (8) mientras que en la España progre se haya convertido en el “sudaca”. La serie “Aída”, perteneciente a la habitual telebasura de Telecinco, asentó el término “Machu Picchu” como denigratorio. Y luego llega el español a América y es el ladrón de oro que tiene la culpa de todo….
Y bueno, ¿cómo podrá ver el hispanoamericano a España, si es la “España oficial” la que desautoriza su hispanismo? Desde España se promueve y hasta se financia la Leyenda Negra. Es la España que pacta con el terrorismo separatista, la España dividida en taifas de caciques montando mitos contra sí misma, la España que se niega, la España que se regala a sus enemigos… La España que echa a sus hijos jóvenes del país y encima procura que los insulten en su tierra de acogida… Sin duda, el panorama es desolador. Sin embargo, hay esperanza. No hay mal que por bien no venga, y toda la fastuosidad de los bicentenarios de las “independencias”, así como el mentado encono chavista-indigenista, ha servido para que una conciencia crítica brote como un torrente ansioso. Esa conciencia crítica estaba ya en algunos historiadores hispanoamericanos. Colombianos como Pablo Victoria y Luis Corsi Otálora o argentinos como José Manuel González QEPD nos lo han testimoniado con brillantez. Antes que ellos desmontaran la idolatría oficial sobre las “independencias”, otras plumas brillantes bramaron contra la Leyenda Negra. En Hispanoamérica, la crítica es mayor y mejor que en la obnubilada España. Y de esa más que legítima conciencia crítica están surgiendo importantes inquietudes sociopolíticas que están empezando a asociarse. Ello tiene que cristalizar. El hispanismo, desde lo cultural a lo político y hasta lo metafísico si se quiere, ha de ser la gran bandera metapolítica de nuestro siglo. España y Portugal no pueden obviarlo. Antes de entrar en Europa por la puerta falsa, deberíamos haber construido un mercado y una alianza política y militar en América. Con esa fuerza deberíamos haber entrado en Europa, en todo caso. Asimismo, la América Hispana tendría voz y voto en el Viejo Continente. Se habría establecido un puente formidable: Euramérica. Al igual que el europeo nada puede en Asia sin el enorme hinterland ruso, y por eso justamente los rusos más cabales defienden el ideal de Eurasia, así tendría que ser el papel español y portugués para con el Nuevo Continente. En cambio, una ridícula e infame política de visados nos separa más y más desde la propia España… Pero es cuestión de tiempo que eso cambie. La nueva oleada migratoria de España al Nuevo Mundo hará entrar en razón a más de uno y a más de dos. Y las cosas pasan por algo. Estas migraciones pasan por algo. Si hubiera una gran alianza hispanoamericana, las políticas de inmigración ilegal-masiva con el subsiguiente tráfico de personas y beneficios de engañifas y mafias estarían mucho mejor controladas. El hispanismo está clamando por eso. Necesita organización, de principio a fin. América es su colofón, su más vasto campo de acción. Porque si en el hispanismo ante Europa nos situábamos en Gibraltar, no podemos olvidar que cuando decimos Gibraltar hemos de decir Belice, Malvinas o Guayana. El imperialismo anglosajón, ya sea británico o norteamericano, sigue con sus zarpas contra la Hispanidad. Desunidos y desorientados, nada podremos hacer. Bien confederados, seríamos una gran potencia y nuestra voz se escucharía por todos los rincones del mundo, sin nada que envidiar a la Commonwealth.
Sabemos que estas líneas pueden recrearse, reforzarse y hasta reinventarse. Con todo, subrayamos que estos tres frentes son vitales para comprender y alimentar el hispanismo. Así las cosas, tienes dos opciones:
-Venir con nosotros y al arquetipo hispánico de conquistador y misionero inyectar definitivamente una cultura de trabajo, esfuerzo, ahorro, mérito y sacrificio, teniendo sentido común, reconociendo el pasado y trabajando para el futuro frente a este presente tan oscuro.
O.....
-Quedarte en casa viendo la tele o no salir de elucubrar y criticar en el bar. En ambos casos, sábete cómplice de los enemigos de la Hispanidad
(6) Para un análisis más completo sobre el término “Latinoamérica”, véase:
http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=18197
(7) Véase: http://movimientoraigambre.blogspot.com.ar/2013/07/a-favor-de-siria.html
(8) El chileno Bobby Deglané, el peruano Kiko Ledgard o el cubano José Legrá triunfaron en la España de Franco y fueron acogidos como compatriotas, por ejemplo.
FIN.
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