Flechas de Guinea Española, 1937
Por Urcitanus
NOTA DE LA PRESENTE EDICIÓN:
Tenemos el gusto de publicar este artículo que, en su primera edición vio la luz el 11 de julio de 1936, en las páginas de la revista nacionalsindicalista "Nuestra Revolución". El autor firmó con el nombre de "Urcitanus", pero muy probablemente tras este pseudónimo se halle José María Cordero Torres, puesto que en la década de los 30, José María Cordero Torres gozaba de un vasto conocimiento de política internacional como en este texto se pone de manifiesto, además de que el gentilicio "urcitano" que emplea su autor para firmarlo correspondería a su ciudad natal, Almería (en cuyo emplazamiento ha sido frecuentemente localizada la ciudad ibérica de "Urci", citada por Pomponio Mela, entre otros geógrafos antiguos).
Necesidad de liquidar
el letargo
El hecho de que NUESTRA REVOLUCIÓN dedique una sección a la
vida exterior española es todo un síntoma prometedor de que las juventudes
españolas han decidido rectificar la estúpida política de avestruz que ha
venido padeciendo España desde siglo y medio, como opio suministrado por
vecinos interesados en proporcionarla dulce muerte, y agravada desde que
Cánovas sostenía que era preciso "recogernos", y Castelar, tan orador
como ayuno de Geo-política, decía que podíamos vivir felices sin ninguna
amenaza exterior, pues nuestra posición geográfica nos ponía a salvo de ella.
Y el opio estaba y sigue tan arraigado que la gran
liquidación de 1898 sólo sirvió para incrementar la especie de los literatos,
acelerando el proceso de descomposición nacional; sólo que, como ya no había
colonias que perder, el separatismo recurría al territorio patrio deshecho desde
1640.
La mentalidad negativista y cobarde de las capas dirigentes
españolas, contagiada al pueblo, ha llegado a tales extremos de liquidación
nacional, que los autores, o sus descendientes, se han asustado y creen
oportuno dar marcha atrás. Hasta los movimientos revolucionarios no-nacionales,
han comprobado que la cobardía les es funesta por si algún día tienen ellos que
reconstruir el Estado. Por otra parte, los burgueses tocan de cerca las
consecuencias de nuestro aislamiento comercial; no se trata ya de guerras,
colonias o escuadras (palabras que, según el vulgo español, sintetizan lo
superfluo y causa de todos nuestros males), sino que se trata de que nadie
puede emigrar, de que nadie nos quiere comprar nada y de que la peseta vale
menos que el papel impreso. Y esto ya no hay quien lo niegue. España tiene
problemas exteriores planteados. ¿Tienen solución? Desde luego, auque ni corta
ni fácil. Mundo una vida difícil, pero digna, que más si queremos, podemos
vivir en el que sea preludio para que generaciones más dichosas conquisten para
España un puesto apreciable entre los pueblos, y no un incómodo hueco como
ahora.
Pasemos revista, en los límites que nuestro artículo ha de
tener, a esos problemas prescindiendo del preliminar: crear una conciencia
exterior española (Internacional, colonial y comercial), y preparar para actuar
en el mundo a los españoles: a la minoría dirigente de modo especial; a la masa
porque en las condiciones de la vida moderna, en la guerra como en la paz,
hasta el último aldeano tiene su sitio en la gran competición entre las
naciones.
Breve historia de la
política exterior en los últimos treinta y dos años
Perdida Ultramar, ajustó España (1900) apresurados acuerdos
con Francia, asegurándose algunos jirones en Guinea y el Sahara. La cuestión de
Marruecos siguió en las preocupaciones nacionales, y las potencias forjadoras
del asedio contra Alemania la contentaron con una buena parte de Marruecos
(1902) que torpemente rechazó Maura, y que se aminoró mucho dos años después en
nuevo reparto. La Conferencia de Cartagena (1907) incluyó a España en el
cortejo franco-inglés, pero la división de la opinión nacional y la debilidad
de todos, gobernantes y Estado, aseguraron una forzada neutralidad en la Gran
Guerra. Antes (1912), habíamos sufrido un nuevo despojo de los despojos dejados
a España por Francia en el Rif y Yebala.
Durante este tiempo, el proteccionismo impuesto por los
industriales catalanes y vizcaínos y los agricultores castellanos fue el santo
y seña de la política comercial, trampeando España, con déficits
presupuestarios y déficits comerciales, la situación. En 1908, se hizo un
intento de arreglo de una escuadra, y en 1909 de fomento de nuestra Marina.
La guerra sirvió para fortalecer la producción española y
atesorar valores extranjeros y oro, rescatando muchos valores españoles en
manos extranjeras, pero la miopía de nuestros financieros y potentados fue
dejando salir sin provecho este acopio durante la postguerra.
Como los vencedores nos miraran con malos ojos, en 1923 se
consumó el despojo de Tánger. La Dictadura tonificó sin duda la disciplina
nacional y las relaciones con Portugal y América hispana. Pero en otros órdenes
fue funesta: introdujo a los yankis en el edificio del Estado, regaló trozos
del territorio nacional a Portugal y permitió que Francia ocupara otros
africanos. Nuestra indecisa veleta empezó a orientarse hacia Italia por
situaciones sin duda políticas (1926).
La República supuso una revulsión total. La gran ocasión de
1931 se dejó pasar por la mentalidad retrasada de los directores de la acción
política. El acercamiento a Francia llegó a tomar caracteres de adulación
política (1932, visita Herriot) sin producir frutos.
La orientación actual de la España oficial tiene por norte
exclusivo una confesión de impotencia nacional, con retórica pacifísta (art. 7
de la Constitución), y por medida, tres políticas poco armónicas y siempre
perjudiciales.
1.ª Adhesión incondicional al aerópago ginebrino (siete
artículos de la Constitución dedicados a consagrar el protectorado de Ginebra
sobre España),llegando a tal extremo que Barcia en el Consejo acaba de
proclamar una fe que no siente nadie, ni los "inspiradores" de España
al reconocer el entierro del Pacto, con la excepción de España.
2.ª Vagos movimientos de confraternidad retórica,
pacíficos-democráticos, que encubren una efectiva y tradicional servidumbre
respecto a los imperialismos occidentales (Francia e Inglaterra), con ligeras
conexiones con los E.U. y U.S.
3.ª Desorientación absoluta colonial, comercial y
emigratoria. Desnivel de la balanza comercial y de la de pagos, astronómico;
marasmo comercial; contemplación impasible de las vejaciones a nuestros
nacionales y a nuestro Estado. Nadie podrá ver un exceso de pesimismo en el
cuadro. Ni un propósito de crítica política interior. Creemos en la
resurrección de España si los españoles se deciden a hacerla. Y creemos que si
la República en cinco años de existencia ha mantenido la debilidad de España es
porque la Monarquía, desde los doscientos últimos años la consagró y le legó un
Estado inservible. No hacemos pronósticos ni programas. Sin embargo anotamos:
La realidad actual
1º La debilidad nacional no aprovecha a nadie ni dentro ni fuera
de España. Nos desprecian porque no podemos servir. Si fuéramos fuertes,
molestaríamos a quienes nos dirigen, pero podríamos llegar a serles útiles en
el concierto de naciones con decoro y provecho para nosotros y con compensación
para ellos. Por ejemplo: el Imperio británico podría pensar que además de ser
la nación de Gibraltar-Río Tinto-Portugal, podíamos ser una fuerza colaboradora
en la defensa de la civilización occidental, y pensaría que valía más.
2º El statu quo es ilusorio mantenerlo: el no mejorar, el
retroceder y el camino actual, conduce inexorablemente a las tribus ibéricas
desunidas, bajo la tutela exterior, y con la miseria y explotación interior.
3º Se impone una conciencia amplia y nacional sin distinción
de matices, que dé de lado a las preocupaciones interiores cuando de las
exteriores se trata. Hoy día, nuestras derechas piensan en Roma o Berlín (sin
conocerlos), y en que la intervención extranjera les salve la digestión (ésta
es la mentalidad de nuestros "patriotas"). Las izquierdas en Francia
(tomando lo malo y despreciando el sentido nacional, colonial y trabajador).
Ginebra o Ámsterdam para ir soportando el "progreso" bajo el control
extranjero. Los marxistas en la Unión Soviética, sin pensar en que, en efecto,
lo mismo que hay burgueses y proletarios hay naciones burguesas y proletarias,
y que mientras la Unión Soviética, magníficamente dotada por la naturaleza en
la sexta parte del Mundo, desarrolla una magnífica política imperial comunista,
y al par soviética; España es el gran pueblo proletario cuya redención frente a
las garras de los capitalismos internacionales mil veces más rapaces y
peligrosos que los nacionales que sostiene, está por hacer.
Somos un pueblo proletario porque nos faltan materias primas
y espacio cultivable. Porque nos han robado nuestros territorios de expansión,
donde ejercíamos una misión civilizadora, sin explotaciones coloniales y sin
prejuicios de raza, ya que somos mestizos por excelencia. Porque no nos dejan
emigrar ni comerciar. Y porque ni siquiera nos dejan vivir sino supeditados a
quienes nos han dividido, desgarrado, empobrecido y envilecido todo lo que han
podido. Pero si nos dedicamos a redimirnos ¿quién puede negar lo que podremos
ser?
Problemas pendientes.
Territorio y conciencia hispana
Los que se escandalizan ante los separatismos catalanes
están conforme con que Portugal (lo mejor y más estratégico de la Península)
nos ignore. Nadie más respetuoso que yo con su voluntad nacional y más dolorido
de que ésta sea antiespañola. También ignoran nuestros "sabios" que
el Rosellón y la Vasconia francesa son tierras españolas, afrancesadas violenta
y secularmente.
Respecto del África berberisca, no se percata nadie de lo
que significa estar emparedado entre dos Francias (con la comunicación cortada
por el estrecho), de la que una se debe al esfuerzo de nuestros olvidados
colonos.
Y respecto de América, abunda el lirismo. Yo no creo que
América lo sea todo o lo decisivo en España. Pero bastante lo es. Ciertamente
que los pueblos americanos miran a muchos lados más que a España. Bien; las
empresas difíciles son las mejores. Por ejemplo, ¿no es urgente desenmascarar
los propósitos panamericanos de quienes esclavizan a Puerto Rico, yankizan a
Filipinas y retienen a Panamá y otros sitios? Es tarea común, como la de crear
órganos y situaciones internacionales comunes a la hispanidad. Empezar es
factible, como el empezar a crear una conciencia hispánica peninsular, desde el
Rosellón al Atlas. No era más difícil hacer una Francia en el siglo XIII; también
Alemania e Italia, hechas en el XIX, se prepararon rozamiento con el Imperio
británico, la Gibraltar es el único punto grave de cuarta parte del Mundo. Pese
a recuerdos imborrables, a la larga tendríamos que escoger entre él y otros
equivalentes. Pensemos en hipótesis en él. Yo afirmo que hay solución posible
para ambas naciones. Mientras tanto, en nuestras manos están medidas que hagan
pensar que Gibraltar no es superior a Malta en 1935.
TÁNGER- La masa es española e hispanoafricana. La cotidiana
vergüenza que el Estatuto supone, no tiene inmediato arreglo; pero con cautela
e inteligencia, todos saben que podemos asfixiar, muy lentamente, eso sí, a
Tánger; hacer imposible la vida del Estatuto. Y algún día demostrar que sabemos
respetar los intereses extranjeros con administración hispanomarroquí.
MARRUECOS- No tenemos una política panislámica, porque no
queremos dedicar a ello tiempo, hombres y recursos. Tenemos material
aprovechable. Somos hermanos de muchos musulmanes. Podríamos convertir en
favorable para nosotros la reacción antieuropea del Islán. ¿A quién debemos
más: a Europa o a África? Menos agravios y peligros tenemos en esta. Marruecos
español debe ser un excelente campo de experimentación. Empezando por recobrar
nuestro prestigio, y con él el territorio de Francia, en virtud de caducos
acuerdos de 1925 y cartas del dictador de 1928, nos quitó y mantiene; lo mejor
de la zona. Algo semejante ocurre en Ifni y el desierto cien por cien del
Sahara español. Mientras todos reclaman algo, España, la eternamente despojada,
¿siempre ha de ser la conformista?
GUINEA- Pequeña, pero útil. No es ya una carga para
nosotros. Más bien son nuestros colonos y nuestra administración cargas para
ella. Puede servirnos política y sobre todo económicamente. Pero dedicando
tiempo, dinero y hombres a una política colonial que no existe en quien ha
colonizado medio globo. Entonces dejaríamos de ser blancos de tercera para los
negros.
Política comercial y
social
Parece imposible en las actuales circunstancias del mundo
salir del ultrarestriccionismo existente. Nada adelantábamos con suprimir
contingentes, aduanas, etc., sin la conducta semejante de las demás naciones.
También es evidente que no está por completo en nuestras manos transformar la
gravedad de nuestro declive comercial (1). Pero aminorarlo sí, y más tarde
transformarlo. Es ésta una cuestión enojosamente ligada a la economía interior
española: sin precios baratos, moneda estable, disciplina productora, etc.,
nadie puede competir ni triunfar. Las derechas alegan la indisciplina social,
la falta de rendimiento de la mano de obra y el encarecimiento de la
producción. Las izquierdas, la miopía, el espíritu de usurero pueblerino de
nuestros empresarios y capitalistas, especialmente de los Bancos y empresas.
Todos aciertan, ninguna pone remedio.
Creemos fracasada la tendencia de intercambio de materias
primas y agrícolas por transformadas e industriales, con medios de transportes
extranjeros, además, y consagradora de nuestra sucesiva
pérdida de valores (2).
Los productos transformados (a veces reimportados
duplemente), incorporan más valor y remuneración a la mano de obra y al
capital. Los naturales, extraídos, etc., dejan menos utilidad en el territorio,
y menos distribuida desde un punto de vista económico. Creemos (solución nada
original) que el remedio y programa está: en un plan económico interior, más o
menos quinquenal, férreo y estudiado; incrementando las exportaciones
"sobre utiles", controlando las importaciones a las precisas, y
aplicando un poco sabiamente el adagio argentino "comprar a quien nos
compre "que aquí además puede ser: a quien nos respete los tratados
comerciales, nos despoje menos de nuestras riquezas y nos veje menos. La política
de apertura de muchos y pequeños mercados es útil y debe continuar.
Transitoriamente se precisarán medidas de sacrificio, porque la situación lo
exige, y el Gobierno que las implante -desde el Soviet a la Monarquía- merece
el apoyo de todos.
MONEDA- Sin moneda estable no hay prosperidad, y sin oro
sigue sin haber moneda estable. La estabilidad puede ser, sin embargo, flexible
y no ligada al medio deshecho bloque continental, verdadera Liga ginebrina de
la moneda. Hay varios puntos de capital interés y acometimiento inmediato:
recatar paulatinamente las fuentes enajenadas al extranjero. Podemos adoptar
medidas "legales" que obliguen a considerar seriamente a los
capitalistas extranjeros la conveniencia del traspaso. Sin desechar un poco el
miedo no haremos nada, pues creemos en intervenciones de países que tienen
veinte millones parados, y estas intervenciones van siendo cada vez menos
factibles. Intensificar el intercambio con Guinea; que Canarias deje de ser
extranjera "económicamente"; que cese el acta de Algeciras, que sirve
de "taparrabo" para que a nuestro Marruecos exporte China y Siam,
como nosotros (en 1933 su 96'7 por 100 de exportaciones fueron para España; y
de ella le fueron el 32 por 100 de sus importaciones); (en igual fecha
Marruecos francés nos exportó 43,3 M. F. oro y le exportamos 58'7), etc., etc.
El hispanoamericanismo y las relaciones con Portugal (pese al tratado de
Methuen) podían ser algo palpables en cifras y no en discursos. En cambio, en
las liquidaciones de pagos y divisas, tenemos menos defensa, aunque sí la de
computar los pagos invisibles cuando dejen de serlo.
Migración y
Comunicaciones
Lo que menos puede hacer un Estado es asegurar el respeto a
sus nacionales en el exterior, respeto que se ofende, más que con medidas
atentatorias a las personas y los bienes, con desnacionalizaciones y con
privaciones de trabajo. Tenemos extranjeros con fabulosos ingresos en el País.
¿Son tabú? Nuestros obreros emigrados no lo son en los suyos.
La bandera española ha desaparecido de la mayoría de los
mares. Sin política marítima jamás levantaremos cabeza. Incrementar la Marina
será siempre remunerador, cueste lo que cueste, aunque haya que pasar por
encima de los navieros españoles enemigos de cuanto no sea su lucro personal.
CULTURA- La defensa del castellano en Filipinas, América y
la de otros idiomas españoles amenazados, es vital para España. La creación de
un sistema educacional exterior, también. Con nuestros recursos actuales puede
acometerse. Y sin la preparación de todos: pueblo y técnicos, no haremos nada.
También aquí hay "tabús" de los que monopolizan la ciencia oficial,
que habrá que superar.(3)
CONCLUSIÓN- No debe asustarnos lo que hay que hacer y la
escasa cuantía de nuestras fuerzas para hacerlo. Para empezar nunca es tarde.
Ni impaciencia excesiva, ni optimismo exagerado. Pero tampoco pesimismo o
indolencia.
(1) Déficit comercial: 1932: 16'79 M. P. Oro. 1933: 13'15.
1934: 20'80. 1935: 24'57. Hay que calcular casi duplicado el de la balanza de
pagos). Los intereses de la propiedad y capital extranjero, las exportaciones
del español, y las demás llamadas invisibles, son formidables y sobretodo no
hay datos para calcularlas. Las contrapartidas españolas débiles y desde
1929decrecientes. En economía exterior nada tan exacto como el adagio "al
perro flaco todo se le vuelven pulgas", poco académico pero expresivo.
(2) Intercambio por materias (1935): IMPORTACIÓN: materias
primas 243 M. P. oro. Fabricadas, 350. Agrícolas, 98.EXPORTACIÓN: materias
primas 83 M. P. oro. Fabricadas, 62. Agrícolas, 248.Compárese con 1933: Imp.,
257 y 113, respectivamente. Exp., 88 y 89 y 351respectivamente.
(3) Por razones fáciles de comprender omito el tema de la
defensa nacional, de suyo tan vital en esta materia. Sin procurar hacernos
respetar, todo será infructífero. Desde luego que nuestra irresponsable
despreocupación es original en un Mundo en el que hasta Bélgica o Rumania
poseen mejor ejército que nosotros, y Noruega mejor Marina. Portugal lleva
camino de superarnos muy en breve, de lo cual yo, español cien por cien, me
alegro, aunque sentiría que su fuerza se empleara mal para España. El tema de
los gastos de guerra y la impopularidad de las fuerzas armadas (quizá por
haberse utilizado en fines no militares), son dos prejuicios dañosos que
destruir, aunque contrariemos a los militaristas disfrazados que nos lo sirven
para mantenernos inermes.
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