RAIGAMBRE
Revista Cultural Hispánica
sábado, 20 de julio de 2013
EL HOMBRE MODERNO
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"El hombre moderno adopta gustoso posturas independientes y desenvueltas. Estas no son, la mayoría de las veces, sino una fachada detrás de la cual se esconden pobres seres, vacíos, inconsistentes, sin fuerza de espíritu para desenmascarar la mentira, sin fuerza en el alma para resistir la violencia de los que con habilidad saben poner en movimiento todos los resortes de la técnica moderna, todo el arte refinado de la persuasión para despojarlos de su libertad de pensamiento y hacerlos semejantes a las frágiles «cañas agitadas por el viento» (Mt 11,7)."
S.S. Pío XII
Discurso sobre la prensa católica y la opinión pública, 17 de febrero de 1950
SOBRE BIZANCIO
"Tras muchas dilaciones y una larga lucha contra la disolución material, el Imperio de Oriente, que ya llevaba muerto espiritualmente hacía tiempo, vino a ser finalmente suprimido del horizonte histórico, justo cuando se iniciaba el renacimiento de Occidente".
Vladimir Soloiev
LA LIBERTAD (II)
viernes, 19 de julio de 2013
jueves, 18 de julio de 2013
MEMORIA HISTÓRICA SOCIALISTA
Full resolution
"Vamos legalmente hacia la revolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente (Gran ovación). Eso dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil… Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil… No nos ceguemos camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar. El 19 vamos a las urnas… Mas no olvidéis que los hechos nos llevarán a actos en que hemos de necesitar más energía y más decisión que para ir a las urnas. ¿Excitación al motín? No, simplemente decirle a la clase obrera que debe preparase… Tenemos que luchar, como sea, hasta que en las torres y en los edificios oficiales ondee no la bandera tricolor de una República burguesa, sino la bandera roja de la Revolución Socialista”.
Francisco Largo Caballero.
"El Socialista", 9-11-33.
*Más perlas del susodicho en Francisco Largo Caballero - Wikiquote
domingo, 14 de julio de 2013
LA IMPORTANCIA DE LA TRADICIÓN ESPAÑOLA
-Es un orgullo poder comentarle a nuestros lectores que ha sido publicado un nuevo artículo mío en "La Razón Histórica", prestigiosa revista hispanoamericana de Historia de las Ideas. Les adjunto el enlace y el contenido. Pasen y vean:
22.5. La importancia de la tradición española.
22.5. La importancia de la tradición española.
Antonio Moreno
Ruiz.
Licenciado en Historia (con
especialidad americanista), profesor y traductor de lengua portuguesa, ensayista y
poeta.
Dos siglos de propaganda liberal
han hecho mucho daño en el mundo hispánico. Si bien en el siglo XVIII
buena parte de la élite ilustrada inoculó una cultura
afrancesada y adquirió un consiguiente complejo de inferioridad con
respecto al vecino, pues todo en España parecía malo y todo en Francia
parecía bueno, el proceso rupturista que provocó el
golpe liberal en 1820 pareció verse truncado a priori al entrar los
Cien Mil Hijos de San Luis en España. Las tropas comandadas por el duque
de Angulema fueron acogidas por el pueblo en loor de
multitudes desde los Pirineos al mar gaditano. El mismo pueblo que
había combatido a Napoleón y todo lo que significaba apoyó a quien le
traía en sus banderas la Religión, el Rey y la Patria. Fue
el fracaso del golpismo militar-masónico en carne viva; el mismo que
ya preparaba su asalto definitivo, ayudado por las constantes torpezas y
felonías de Fernando VII, el que años antes
felicitaba a Napoleón. Los gerifaltes revolucionarios no podían
explicar cómo el pueblo los rechazaba, cómo acogía como libertadores a
los soldados realistas. Comenzaba así, tras la impotencia
política de los liberales, un rebrote de la Leyenda Negra que,
naturalmente, aprovecharon las oligarquías criollo-mestizas de
Hispanoamérica. A posteriori, la izquierda recoge el testigo con
notorio entusiasmo. No en vano dijo Indalecio Prieto: “Soy socialista a fuer de liberal”(1).
Todo este proceso rupturista coincide en despreciar la importancia de nuestra tradición, y cabalga hacia su aniquilación completa, al alimón, en nuestro tiempo, de la espectacular arramblada del “marxismo cultural” de Gramsci y la Escuela de Frankfurt. Ante la fracasada lucha de clases, transportaron el materialismo para provocar la lucha de padres contra hijos, la lucha de sexos, la lucha de alumnos contra maestros… Para así bloquear todo tipo de reacción, de respuesta, de resistencia. Para así no crear mártires. Eliminando la familia, el hogar, se elimina la patria. Al estar eliminada ya toda posibilidad de Cristiandad, el auto-odio y el complejo de inferioridad arrasa en todo el Viejo Continente, el cual, dirigido por un pseudo-imperio anglo-sionista, sólo espera paliativos de comodidad. Donoso Cortés dejó dicho que uno de los rasgos principales de nuestro carácter era la exageración; al asimilar toda esta onda expansiva, ¿qué podría salir? Y más rodeados por un mundo donde el “marxismo cultural”, esto es, el progresismo, ha calado mucho más que en los países capitalistas que en los que estuvieron bajo el yugo del telón de acero. ¿Paradoja? No tanto. Álvaro D´Ors dejó dicho en 1987 que "No quisiera ocultar mis reservas frente a aquellos que, ante el conflicto Este-Oeste, toman decidido partido por el Oeste: Prefieren el capitalismo al comunismo. Esta opción, corriente en España como en todo Occidente, es explicable, pero no sé si es del todo acertada; en todo caso, estamos de nuevo en el error de la política del 'mal menor'. Es evidente que en el hemisferio del capitalismo la vida es más llevadera, y no deja de haber aquí un cierto aire de libertad, aunque las elecciones suelen estar muy condicionadas por la seducción de las masas, que ha alcanzado una perfección técnica irresistible, y que esta apariencia de libertad falta en el hemisferio comunista. Pero no es menos cierto que el deterioro humano del capitalismo, al ser más placentero e insensible, resulta por ello mismo mucho más letal que la brutal disciplina del comunismo. Este, por lo menos, puede hacer mártires, en tanto que el capitalismo no hace más que herejes y pervertidos" Y resulta que al final, las dos caras de la misma moneda se han fusionado, de nuestros progres a la China post-maoísta.
Puede que, al inicio de este
proceso, una facción se sintiera más atraída por el modelo francés y
otra por el anglosajón, mas el fin era, cuanto menos, muy
parecido. El imperio británico había trazado en 1711 su “Plan para
humillar a España” (2)
y le salió el tiro por la culata en el intento
invasor de Cartagena de Indias, donde 3.600 españoles comandados por
el guipuzcoano Blas de Lezo vencieron a 32.000 británicos. Fue el
desembarco más grande de la Historia, y hasta ahora sólo ha
sido superado por el de Normandía. Asimismo, constituye en la
historia británica la derrota más estrepitosa y humillante. Y luego, el
malagueño Bernardo de Gálvez volvería a derrotar a los
súbditos de Su Graciosa Majestad en Norteamérica, jugando un papel
tan importante como Francia en la ayuda a la independencia
estadounidense; cosa que en verdad a la Corona no le interesaba darle
mucha publicidad, por la influencia que pudiera causar en los
virreinatos, y que de hecho acabó causando. Sin embargo, Gran Bretaña se
vengó de lo lindo. Aprovechando la invasión napoleónica,
entró a saco en la Península Ibérica para luego extenderse como la
peste por Hispanoamérica, gracias a Miranda, Bolívar y San Martín, entre
otros; con la confirmación de los oficiales liberales
que llegaban de la Península. El proceso rupturista ha sido paralelo
desde comienzos del siglo XIX. Las Españas no formaban, en efecto, un
“estado-nación”(3),
sino que conformaba una entidad supranacional, cuya forma y cuyo fondo
político no era otro que la monarquía. Lo que se forma en la Península
Ibérica e islas adyacentes tras la confirmación del golpe liberal en
1833 se llamó España como se podía haber llamado otra cosa. Es un
proceso gemelo del republicanismo que disgregó en mil
pedazos a nuestra América.
Y es curioso cómo, con todo lo
que ha llovido ya, y estando acaso en nuestras horas más bajas, continúa
intacto el odio a nuestra tradición. Y continúa una
geopolítica enfocada a destrozar lo poco que queda de España, tanto
en el imperio anglo-sionista (ahora comandado por las barras y las
estrellas) como por la república francesa, aliada de la
tiranía alahuita marroquí y del terrorismo separatista antiespañol.
El indigenismo, fabricado en las universidades europeas y extendido y
hasta financiado por España, no es sino un proceso más de
una Revolución que hoy parece perderse en su propio laberinto. La
Constitución de 1978, con la correspondiente mentira de la transición.
Un auténtico delirium tremens cuya resaca es tremebunda.
Ese proceso rupturista continúa
como el viejo liberalismo decimonónico, esto es, echando balones fuera y
lamentándose de una sempiterna conspiración de
malvados reaccionarios, sobre todo curas y aristócratas, que no nos
dejan ser libres y desarrollados y que por eso estamos como estamos y
somos un país históricamente enfermo. Esta cantinela ha
sido repetida por Benito Pérez Galdós, Niceto Alcalá Zamora, Manuel
Azaña, Arturo Pérez-Reverte y por tantos otros. Incluso en cierta medida
por José Ortega y Gasset y Miguel de Unamuno,
curiosamente, intelectuales de cabecera del franquismo. La
Generación del 98 y el Regeneracionismo difundieron, sobre todo tras la
pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas (Por la invasión
estadounidense) un sentimiento pesimista y de autoflagelación,
rayando en la más absoluta endofobia.
Existe, asimismo, una creencia
burdamente generalizada, que poco más o menos incide en que nuestras
culpas radican en el exceso de religión. Mas cuando dicen
religión, quieren decir catolicismo. Por eso es que nos faltó la
modernidad y el comercio, que era lo que había en Inglaterra y en los
países del entorno protestante…. Pero claro, es que resulta
que en Inglaterra por ley tenemos que el rey es el papa (La
reina-papisa en este caso), y que a día de hoy, es el país más
aristocrático y probablemente más clerical de Europa. La mentada Albión
todavía tiene la cámara de los Lores, algo que en España sonaría a
fascista o algo así…. Y bueno, lo de la iglesia nacional sigue rigiendo
en Holanda y en los países escandinavos. ¿Y qué
podríamos decir del Japón, donde la figura del imperio y la religión
son tan ligadas como intocables? Pero nuestra caterva antitradicional,
del liberalismo a la extrema izquierda, sigue
coincidiendo en sus manipulaciones y omisiones. Y el problema es que
a todo este cúmulo de despropósitos que acaso comienzan en la
Ilustración –aun con matices, hemos de añadir que gracias al
actual sistema de taifas caciquiles llamadas comunidades autónomas,
cada mini-estado ha ido alimentando una especie de mito nacionalista
contra España.
Así las cosas, lo curioso es que
“nuestros” enemigos de la tradición continúan la pesadez del discurso
de los apólogos de la guillotina cuando, sin embargo,
buena parte de la aristocracia y el clero están de su lado, y en
verdad desde hace tiempo. Pero el problema del propagandismo barato es
que tiene una capacidad cultural harto limitada, y no
conoce por ejemplo lo que en su día dejó dicho el gran filósofo
tudesco Oswald Spengler (4): “El
gran hombre de Estado es raro. Que aparezca, que se imponga, y que
esto suceda demasiado pronto o demasiado tarde, depende del azar. Los
grandes individuos destruyen a veces más de lo que
edifican por el hueco que su muerte deja en el torrente del suceder. Pero crear una tradición significa eliminar el azar. Una tradición crea hombres de un nivel medio superior, con los
cuales se puede contar en el futuro. No
crea un César, pero si un Senado; no un Napoleón, pero si un
insuperable Cuerpo de Oficiales. Una fuerte tradición
atrae talentos y con pequeñas dotes, alcanza grandes éxitos.
Demuéstrenlo las escuelas de pintura en Italia y Holanda, no menos que
el ejército prusiano y la diplomacia de la Curia romana. Fue
una gran debilidad de Bismark, en comparación con Federico Guillermo
I, el que, sabiendo actuar, no supiera crear una tradición. No pudo
producir junto al cuerpo de oficiales de Moltke una raza
correspondiente de políticos que se siente idéntica con su Estado y
los nuevos problemas de este, y acogiese de continuo los hombres
importantes de abajo, imponiéndoles para siempre su ritmo de
acción. Cuando no sucede esto, queda, en lugar de una capa
gobernante, una colección de cabezas que no pueden valerse ante lo
imprevisto. Pero si se realiza, entonces surge un pueblo “soberano”
en el único sentido digno de un pueblo y posible en el mundo de los
hechos: una minoría perfectamente criada y que completa y se renueva a
si misma; una minoría con tradición segura, proba da en
larga experiencia; una minoría que incluye en su esfera a todos los
talentos y los emplea, y, por lo tanto, se encuentra en armonía con el
resto del país gobernado. Semejante minoría se convierte
en una verdadera raza, incuso si una vez ha sido partido, y decide
con la seguridad de la sangre y no del intelecto. Esto significa, por
decirlo así, la substitución del gran político por la gran
política” (…) Los ingleses considerados como pueblo, son tan
imprudentes, tan estrechos y tan poco prácticos en cosas políticas como
cualquier otra nación. Pero poseen una tradición de confianza,
pese a su gusto por los debates y las controversias públicas. La
diferencia esta que el inglés es “objeto” de un Gobierno con
antiquísimos y triunfantes hábitos.”
Oswald Spengler, como Gaspar de
Jovellanos, daba mucha importancia a la tradición. En contra de las
burdas manipulaciones que los liberales han querido hacer
del ilustre asturiano (5), en su lucha contra Napoleón, no defendió el constitucionalismo liberal. Al contrario, calificó de “herejía
política” al dogma de la soberanía nacional, “y de todas estas Constituciones quiméricas, abstractas y a priori que rápidamente se hacen y efímeramente
viven.” (6)
En contra del despotismo que había ido mermando el país, Jovellanos
pensó que la legítima lucha contra los invasores
revolucionarios podría suponer una regeneración política que
rescatase lo mejor de nuestra tradición; a la par que económicamente, se
fijaba en otros rumbos. Cándido Nocedal lo definió como “un
monárquico a la inglesa” y quizá no le faltaba razón, pues no en
vano, ahí está la bicameralidad activa que proponía, que nada tiene que
ver con la cleptómana pantomima de nuestros días.
Asimismo, otro asturiano, Juan Vázquez de Mella, que con Nocedal
acaso fue de los que mejor comprendió a Jovellanos, decía que la
tradición era un concepto dinámico. Si se quiere, puede ser
“purificable”, pero siempre mantenedor de las esencias, sin quedarse
en una pose estático-caricaturesca. Porque sin
tradición no hay progreso, y nada puede haber sin Dios.
Si un pueblo renuncia a lo que le transmitieron sus antepasados,
renuncia a su futuro. Al fin y al cabo está renunciando a su espíritu,
que para cumplirlo debería ejercer como una gran familia. Y
eso es la tradición, del latín “tradere”, la misma raíz que transmisión.
Mas
desde que se provocó el gran rupturismo del mundo hispánico a ambas
orillas
del Atlántico, llevan escupiendo falsedades contra nuestra tradición
con las oligarquías iluministas por delante, las cuales han sido
ayudadas en no pocas ocasiones del golpismo militar y de la
intervención extranjera. Y aun así, continúan con la misma cantinela
propagandística. Ante todo ello, se hacen cada vez más vigentes los
Dogmas Nacionales trazados por Vázquez de Mella:
"La
autonomía geográfica de España exige el
dominio del Estrecho, la federación con Portugal, y, como punto
avanzado de Europa, y por haber civilizado y engrandecido y sublimado a
América, esa red espiritual tendida entre aquel continente
nuevo y el viejo continente europeo....".
Ahora, ante esa crónica de un
fracaso anunciado que es la Unión Europea, podríamos tener una
oportunidad histórica para volver a caminar por nuestra lógica senda. Y,
siguiendo la línea del gran pensador tradicionalista, es
preferible una iglesia pobre pero libre a una iglesia rica pero
esclava. Para acometer una gigantesca empresa de reconstrucción, se
debería guiar del espíritu a la cultura, para así plasmarlo en
política y sociedad. La importancia de la tradición se reivindica y
sabemos lo que hay que hacer; ponerlo en práctica es la cuestión.
(1) Extraído de: http://es.wikiquote.org/wiki/Indalecio_Prieto
(2) Véanse estos interesantísimos enlaces:
(3) Y
de hecho, es un invento que se forja en esta época, tras la Revolución
Norteamericana y la Revolución Francesa. Empero, a día de hoy, el
imperio británico sigue
sin ser un estado-nación.
(4) Extraído de:
(5) Sígase el interesante enlace:
(6) Para leer íntegra la Memoria en defensa de la Junta Central:
EL MARTÍN FIERRO Y LA DIRIGENCIA POLÍTICA
El
Martín Fierro y la dirigencia política
Alberto Buela (*)
Desde Salamanca, en 1894 don Miguel de Unamuno
fue el primero de los grandes pensadores que se ocupó del Martín Fierro[1], el poema nacional de los
argentinos (1872/79). Y en ese escrito liminar dedicado al “docto y discretísimo don Juan de Valera” ,
trae una estrofa del poema gauchesco que bien puede servir de definición para la chata dirigencia
política actual:
De los
males que sufrimos,
Mucho
hablan los puebleros,
Pero son
como los teros
Para
esconder sus niditos;
En un
lado pegan los gritos,
Y en
otro tienen los huevos.
Si hay algo que caracteriza a la dirigencia
política contemporánea es el simulacro. Primero, con un discurso político
que enuncia un compromiso pero con el
que nunca se compromete y segundo, porque
en el mejor de los casos solo administra los conflictos pero no los resuelve.
Todo ello bajo la mascarada de defender los
derechos de los más necesitados levantando la bandera de los derechos de
tercera generación, cuando no se cumplen ni siquiera los derechos humanos de
primera generación como lo son el derecho a la vida, la libertad, el trabajo y la seguridad.
Así, esta dirigencia política habla mucho - clase
discutidora la llamó Donoso Cortés: “de
los males que sufrimos mucho hablan los puebleros”- pero disimula sus intereses de clase o
personales en ese mismo discurso – para
esconder sus niditos en un lado pegan el grito y en otro ponen los huevos-. Así
los niditos y sus huevos son sus
verdaderos intereses que están muy bien ocultados en su discurso político.
El Martín Fierro
representa figurativamente al pueblo argentino y lo que este pueblo sufrió
después de la denominada dictadura de Rosas (1829-1852).
Los padecimientos del gaucho (el pueblo pobre)
que comienzan con la caída “del dictador”, según el discurso político de
entonces, son relatados por José Hernández en un poema épico de factura
inspirada. Se produjo uno de los raros casos en que la inspiración supera la
capacidad del poeta. O dicho de otra manera, el poema es superior a las
cualidades naturales del poeta.
Se lo quiso imitar, plagiar, vilipendiar,
censurar, silenciar pero siempre salió indemne. El Martín Fierro está ahí como
un hecho irrecusable. Como el testimonio permanente de aquello que se debe
hacer y no se debe hacer con el pueblo. Y en esto posee un valor universal pues
es aplicable a toda latitud y gobierno político.
Pongamos por ejemplo, un caso conocido por
todos los iberoamericanos, el de los dos últimos gobiernos de España (Psoe y PP) cuyos
dirigentes políticos han hablado mucho de los males que padece el pueblo
español pero, por otro lado, aparecen los chanchullos, esto es, los niditos y los huevos, de esos mismos
dirigentes.
Ahora bien, ésta que acabamos de hacer es la
descripción de un fenómeno dado, pero ¿tiene el Martín Fierro alguna propuesta
como para poder salir de tal estado de injusticia y opresión? Nosotros creemos
que sí, aunque hay algunos ilustrados que afirman que no, como lo hace el
ensayista Rodolfo Kusch, cuando afirma muy suelto de cuerpo: Fierro…no nos dice en qué consiste la
redención argentina.” [2]
Martín Fierro explicita esta redención, esta
liberación de los males que padece el gaucho (el pueblo) a tres niveles:
a) a nivel de propuesta cuando afirma:
Es pobre
en su orfandad
De la
fortuna el desecho
Porque
nadies toma a pecho
El
defender a su raza;
Debe el gaucho tener casa,
Escuela, Iglesia y derechos.
b) en orden al método o camino a seguir:
Mas Dios
ha de permitir
Que esto
llegue a mejorar,
Pero se
ha de recordar
Para
hacer bien el trabajo,
Que el fuego pa calentar,
Debe ir siempre desde abajo
c) a nivel de conducción:
Y dejo rodar la bola,
Que algún día se ha de parar...
Tiene el gaucho que aguantar
Hasta que lo trague el hoyo,
O hasta que venga algún criollo
En esta tierra a mandar.
Estos tres niveles que destacamos marcan una
línea clara y definida de los elementos que hay que tener en cuenta, necesariamente,
para el buen gobierno:
a) las reivindicaciones que todo gobierno que
se precie de justo, de cualquier latitud de la tierra, tiene que llevar a cabo
para el “restablecimiento de la justicia” dándole a cada uno lo que le
corresponde y al pueblo más pobre “casa,
escuela, Iglesia y derechos”.
b) El origen último del poder debe nacer como
el fuego siempre desde abajo. Esto va
en primer lugar contra las tesis iluministas de que son los ilustrados los que
saben gobernar. El sentido popular del Martín Fierro está acá presente pero no
es un populismo bastardo que se reduce a “el pueblo siempre tiene razón”, sino
que exige además que la voluntad de este pueblo sea como el fuego, pero no el que quema, sino el que sirve para
calentar. Reclama y caracteriza el poder como servicio.
c) Finalmente, se ocupa del conductor, del
líder, del príncipe como decía los antiguos tratadistas. Y exige que éste tenga
característica de criollo: O hasta que
venga un criollo en esta tierra a mandar. Y acá tenemos que detenernos un
poco, porque Martín Fierro no dice “un gaucho” sino “un criollo”.
Según
nuestra información el primero que hiciera esta distinción fue Juan Carlos
Neyra en un impecable, breve y profundo ensayo, no tenido en cuenta por la
multitud de intelectuales cagatintas que han hablado sobre el Martín Fierro. El concepto de gaucho implica una forma de
vivir que necesariamente se da en el campo, en donde éste muestra todas sus
habilidades camperas en el trabajo con la hacienda, todas sus pilchas, todas
sus destrezas en juegos como el pato, la taba, la sortija y en danzas como el
triunfo, el gato, la zamba, la cueca, la chacarera o el chamamé. En donde los
silencios tienen sus sonidos y los trabajos sus tiempos en un madurar con las
cosas, tan propio del tiempo americano.
¿Y lo
criollo entonces?. Criollo es aquel que interpreta al gaucho y lo criollo es un
modo de sentir, una aproximación afectiva a lo gaucho. Es por eso que el gaucho es necesariamente criollo
pero un criollo, puede no ser gaucho. De allí que esos viejos camperos de antes
decían: Nunca digas que sos gaucho, que
los otros lo digan de vos.
Así, pudo acertadamente escribir, este olvidado
ensayista: Si gaucho es una forma de
vivir, criollo es una forma de sentir” [3]
El gaucho
de alguna manera ha ido lentamente desapareciendo porque su forma de vida y de
trabajo ha ido cambiando, mientras que lo criollo determina el aspecto esencial
de nuestro pueblo.
Esa forma
de sentir lo gaucho es la mejor defensa frente a la colonización cultural y la
que nos determina como pueblos originarios de América con sus arquetipos
emblemáticos como lo fueron el gaucho, el montubio, el llanero, el cholo, el
huaso, el ladino, el boricua, el charro, el pila, etc.
Nosotros
que no somos ni tan europeos ni tan indios somos los verdaderos y genuinos
“pueblos originarios” de América y no como pretende el llamado indigenismo, que
quiere construir una identidad en contra, básicamente, de España, renunciando a
lo que ya se es. ¿O acaso Evo Morales, Correa, Chávez o Rigoberta Menchú son
indios? No, ellos son criollos que renunciando a lo que son, construyen un
aparato ideológico para ser otra cosa.
Y esa “otra
cosa” está al servicio de las iglesias evangélicas y mormonas norteamericanas o
tiene sus oficinas en Londres como los pseudo mapuches del sur de Chile.
El hombre
criollo que somos la inmensa mayoría los americanos que, cambiando lo que haya
que cambiar, es como el tertius genus de
San Pablo para definir a los cristianos que no son ni paganos y judíos
(Gálatas, 3:28). Somos antropológicamente el producto más original que América
ha dado al mundo. A ese carácter de “originales” no podemos renunciar porque nos llevaría puestos
a nosotros mismo transformándonos en “otra cosa”.
En cuanto a
los indios, que también son inmigrantes en América, tienen sobre nosotros sólo
la “originariedad”, la cualidad de haber llegado primeros, pero no la
“originalidad” que es el carácter propio de nosotros los criollos respecto de
todos los tipos humanos que pueblan el mundo. Esto es clave, si no se lo entiende,
le pasa como a aquel paisano: Que hombre
que sabe cosas, el hombre de este albardón, que hombre que sabe cosas, pero
cosas que no son.
Vimos como
el Martín Fierro puede leerse en clave política como un proyecto nacional
donde, como dijo alguna vez el peronismo, hay una sola clase de hombre: el
trabajador. Que en el caso del poema épico argentino-americano es el gaucho, y
así lo dice sin ambages ni tapujos:
Soy gaucho, y entiendanló
Como mi lengua lo explica:
Para mí la tierra es chica
Y pudiera ser mayor;
Ni la víbora me pica
Ni quema mi frente el sol.
Como mi lengua lo explica:
Para mí la tierra es chica
Y pudiera ser mayor;
Ni la víbora me pica
Ni quema mi frente el sol.
Arkegueta,
aprendiz constante, mejor que filósofo
[1] Cabe
recordar que el Martín Fierro fue denigrado por toda la intelectualidad
argentina de la época y que el primero en reivindicarlo fue el boliviano Pablo
Subieta en 1881 con cinco notas aparecidas en el diario Las Provincias donde afirmaba que: “El Martín Fierro más que una colección de cantos populares es un
estudio profundo de filosofía moral y social. El MF no es un hombre, es una
raza es un pueblo”.
[2] La negación en el pensamiento popular, Buenos
Aires, ed. Cimarrón, 1975, p. 108
[3]
Neyra, Juan Carlos: Introducción criolla
al Martín Fierro, ed. Huemul, 1979, p.22.-
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