RAIGAMBRE

Revista Cultural Hispánica

sábado, 12 de octubre de 2013

ODA A LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES QUE SERÁN BEATIFICADOS EN TARRAGONA






CAMPANAS DE ESPAÑA TAÑEN

Campanas de las campiñas,
Campanas de España,
Campanas de España, ...
Campanas de los montes,
Campanas exorcísticas,
Campanas que ahuyentan
demonios y nubarrones.

Campanas, plegaria de bronce,
Campanas de toda España,
A los toques y retoques.
Campanas terrenas
fraguadas para alabanza
de Su Santo Nombre.
Campanas alborozadas
Pronuncian sus nombres,
En el lenguaje angélico
Del badajo poderoso
Que percute en el bronce.

Ellos murieron confesando,
Campanas, a Dios Vivo
Uno y Trino, Hostia Cristo,
Cristo Rey y Hostia.
Ellos permanecieron fieles
Contra los afilados aceros
de la sentina satánica y sus logias,
y la hoz del hierro soviético.

Ellos murieron como Corderos,
Ellas murieron como Palomas.
Iglesia Militante, Holocausto
Y ofrenda, sin guardarse se dieron
A Quien, campanas, vosotras alabáis
En la tierra haciendo eco en los Cielos.

En vuestros tañidos, campanas
De la España, alzáis los acentos
Implorando al Altísimo Señor,
Dios de los Ejércitos;

Dios Padre de Hispania Eterna;
Donde reinará, según promesa,
El Sagrado Corazón de Dios Hijo
Y confortará, por los siglos de los siglos,
Dios Espíritu Santo, nuestro Consuelo;
Nación Eterna, elegida de Dios
Por las manos de María Reina,
Campanas de España,
Mejor que todo verso
Son vuestras lenguas.

Voltead las campanas,
Monagos de España.
Alborocen sus metálicas resonancias
El silencio y la vivienda de los hombres;
Recuerden las Campanas
A la Legión celestial y triunfante,
A cada uno de los que Dios ha dado
En secreto un nombre
que no podrá profanar jamás nadie.
La Legión de mujeres y hombres
Que visten albas túnicas talares,
Las centurias arrolladas en la tierra
Que mudaron su terrena morada
(Aquende los sufrideros mortales)

Por la célica vivienda imperecedera,
Aquélla, horra de dolor, donde no muerden
Las ráfagas restallantes de la metralla.

Las centurias radiantes, espléndidas
De nuestros Mártires, Gloria de la Iglesia
Y de fe probada en la molienda.

Campanas que no tañeron
Cuando sus verdugos los degollaron:

En los campos, en las cunetas,
En los claros, entre las hileras de olivos,
En los ejidos
Y en los descampados,

Brotándoles rosas de sangre
En las frentes y en el tórax.
Campanas que no tañeron
Mientras sus cuerpos

A la intemperie
Quedaron sin sepelio.

Tañed ahora, Campanas,

Campanas de las espadañas,
Fuertes bronces preclaros,

Tañed Campanas de España:
Todo el Mundo sabrá ahora
Que sus vidas fueron segadas,
Sus cuerpos pudieron herir los malos,
Sus cadáveres hedieron efímeros,
Pero vosotras, campanas,
Proclamáis que todos ellos se salvaron

Y en sus Cuerpos Gloriosos no hay vestigio
De la ferruginosa sangre generosa
Que derramaron valientes por Cristo.

Santos Mártires de España,
Los ángeles os reverencian,
Y ángeles hay
Que, a no ser criaturas angélicas,
Obispos, Sacerdotes,
Monjes y Monjas,
Seglares de España ser quisieran
Para morir como semilla que cae en tierra

Y florecer en el paradero eterno de la Gloria.

 

Manuel Fernández

12 de octubre de 2013.

viernes, 11 de octubre de 2013

LAS PROFECÍAS DE VLADIMIRO SOLOVIEF

 
 
 
LA REFINADA PERSECUCÍON CONTRA EL CRISTIANISMO
 
"Presiento la proximidad de tiempos en que los cristianos se reúnan de nuevo en las catacumbas porque se persiga la fe, acaso de una manera menos brutal que en la época de Nerón, pero con un rigor no menos refinado, por la mentira, la burla y todas las hipocresías".
 
Vladimiro Solovief (Moscú, 16 de enero de 1853-31 de julio de 1900)


miércoles, 9 de octubre de 2013

RECUPEREMOS LA NORMALIDAD


 
 
SOY UNA PERSONA NORMAL
 
Por Luis Gómez
O al menos así me considero yo. Cuando hago esta afirmación, la hago pensando en las cosas que me conforman, en las ideas que rigen mi vida y en mis normas de conducta para con los demás.

Soy una persona NORMAL. Soy de ese tipo de gente que todavía respeta a su padre y a su madre, y que los tiene en alta estima por deberles todo lo que he llegado a ser en la vida. Soy NORMAL, por considerar que la fidelidad, el amor y el respeto mutuo, son valores que no deberían desaparecer nunca de la conciencia de los hombres, y ser apreciados en su justa medida.

Creo que lo más NORMAL del mundo es que un hombre y una mujer formen un matrimonio, y que juntos, con amor y esfuerzo, se planteen tener hijos y acepten criarlos con todas las garantías y cariño que los padres pueden dar a los hijos.

Pienso que lo NORMAL es que el débil debe ser protegido de los abusos del fuerte. Por eso, creo que asesinar un feto indefenso, es cometer el mayor de los asesinatos.

Eso debe ser algo NORMAL en la vida de una persona, y me extraño cuando la gente no lo entiende así. Porque lo NORMAL era que te enseñasen a respetar a los mayores, a tener educación y dirigirte a ellos con seriedad y respeto…, eso era NORMAL, y debe seguir siendo NORMAL en un mundo NORMAL.

Pienso que si eso es así, todo lo demás también debe seguir siendo NORMAL. Creo que el delincuente, el estafador, el violador, el pederasta, el usurero deben pagar por sus delitos, y que la Justicia debe actuar rápidamente para que esos malhechores no caminen por la sociedad de manera impune.

Y además, debería seguir siendo NORMAL que ese tipo de personas fuesen rechazadas por sus vecinos, por ser nociva su conducta y constituir un mal ejemplo el no reprobársela y punirla; igual que ocurría antes, donde la gente NORMAL reprochaba las actitudes desviadas de sus convecinos. Eso era lo NORMAL, y por eso pienso que yo que sigo opinando lo mismo: soy una persona NORMAL.

Creo que me enseñaron, pues entonces era lo NORMAL, que si me esforzaba mucho y me aplicaba en el estudio, al trabajo, o en la vida, tendría una recompensa, pues lo NORMAL es que el mérito se recompensase. Eso debería seguir siendo lo NORMAL, y deberíamos seguir educando a nuestros hijos en esos principios y valores, mostrándoles que el que actúa de otra manera, que el que trata de tomar un atajo, no será recompensado y será castigado por su “juego sucio”, por saltarse las normas…

Ahora me pregunto, si en este mundo que me ha tocado vivir, seré yo la última de las personas NORMALES que queda. Me pregunto si hay mucha más gente que piense como yo o por el contario soy el último de una especie a extinguir. Me gustaría saber si la gente NORMAL, como yo, será capaz de agruparse y defenderse, o por el contrario permanecerá inmóvil, viendo como nuestro mundo es cada día destruido sin capacidad de respuesta…

Eso no es lo que la gente NORMAL de antaño hacía. La gente NORMAL, lucha por sus derechos, por su casa, por su familia, defiende sus valores… eso hace la gente NORMAL.

lunes, 7 de octubre de 2013

"IBERIA SUMERGIDA": LA ESPAÑA PROFUNDA Y LA ESPAÑA SUPERFICIAL



Torre campanario sumergida en el agua, fotografía del blog "Curiosos Incompletos".
HISPANOS SUMERGIDOS
(HÉROES DE LA LATENCIA)
CONTRA LAS FALSIFICACIONES
DE ESPAÑA
Por Manuel Fernández Espinosa
El grupo de música “Héroes del Silencio” popularizó, con una de sus canciones más sugestivas, el título original de un poemario del poeta vasco Gabriel Celaya: “Iberia Sumergida” (para escucharla, aquí).
Cuando a Gabriel Celaya le preguntaron, en una entrevista concedida al diario EL PAÍS, la razón de ese título, el vate hernaniarra dirá que “Iberia Sumergida”: "...es un libro de poesía histórica en torno al sometimiento, por parte del Estado español, de las primitivas tribus iberas, que eran autónomas. Iberia y el Estado español estaban en contradicción; Iberia era lo más auténtico y el Estado español una construcción con la que se trataba de desmontar las comunidades tribales. En lugar de reorganizarlas lo que hizo fue negarlas." (EL PAÍS, 29/ABRIL/1978).
Gabriel Celaya
La idea matriz de la que se nutre Gabriel Celaya tiene sus antecedentes en la interpretación histórica de España realizada por el federalismo decimonónico y que forma parte de la herencia de vastos sectores de la izquierda peninsular, así como fue un ingrediente originario de los nacionalismos secesionistas. Es una idea que levantará las ampollas de las mentes simplistas que entienden a España en una perfecta identidad -metafísica y física- con el denominado “Estado español”. El republicanismo federal pudo arraigar en la segunda mitad del siglo XIX, en efecto, gracias a todos los problemas económicos, sociales y administrativos que trajo consigo la destrucción de los vínculos comunales y territoriales vigentes en el Antiguo Régimen. Ésta es la sistemática destrucción que le debemos al triunfo procesual del liberalismo en España. Desde 1812, con las Cortes de Cádiz (en guerras intestintas y en un tira y afloja que enfrentaba a las fuerzas tradicionales del pueblo y a la minoría extranjerizante constitucionalista) hasta la proclamación de la I República Española, las relaciones de los territorios españoles había ido enrareciéndose debido a la centralización, el disgusto se había generalizado y el constructo de la nación liberal no satisfacía ni a los más extremos del liberalismo (demócratas y republicanos) ni al enemigo tradicional de ese artefacto: el carlismo tradicionalista.
FA2835(33)
Pere Bosch i Gimpera, foto del Museu d'Arqueologia de Catalunya

La idea de una “España” falsificada tendrá una gran aceptación en los sectores izquierdistas y nacionalistas. Es así como, con antelación a Celaya, podemos leer a un eminente intelectual catalán: Pere Bosch i Gimpera (1891-1974). Pere Bosch i Gimpera será nombrado en 1915 director del servicio de excavaciones arqueológicas del Institut d’Estudis Catalans y catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Barcelona en el año 1919; de la que más tarde llegará a ser Rector; pero además de su meritoria carrera universitaria, Bosch i Gimperà intervendrá en la política, siendo miembro de Acció Catalana (formación política que congregará a una facción juvenil que se escinde de la Lliga Catalana y a la Unió Federal Nacionalista Republicana), llegando a ocupar puestos muy importantes en la Generalitat, como el de Consejero de Justicia en el gobierno de Luys Companys desde junio de 1937 hasta el 1 de abril de 1939. Sus cargos de responsabilidad política en la Generalitat republicanista le forzarán a abandonar España, encontrando asilo político en México. Como síntesis de su concepción de España, valga este fragmento de 1948:
“Esa España [se refiere a la auténtica] hay que buscarla debajo de las superestructuras que la han ahogado secularmente. La superestructura –el imperio romano-visigodo-leonés-trastámara- Habsburgo-borbónico-falangista- no es España, y lo mismo que con él los pueblos de América no pueden dialogar, los auténticos españoles tampoco”.
El lenguaje de Bosch i Gimperà adopta aquí tintes marxistas (aunque Bosch i Gimpera nunca fue marxista) cuando recurre a la imagen de “abajo” (“infraestructura” marxista: “Basis”) y “arriba” (“superestructura”: “Überbau"), pero la idea es la misma que repetirá en 1978 Gabriel Celaya.
Para Bosch i Gimperà y para Gabriel Celaya (son dos ejemplos paradigmáticos, pero podríamos citar a muchos más), España está disociada entre la España real y la España oficial. La verdadera España es una Iberia sumergida, bajo el artefacto estatal unitario de la España que tantos dolores de parto han costado las revoluciones liberales; pero para ambos la “desviación histórica” (así es como denomina Bosch i Gimpera al proceso que ha derivado en esta España falsificada resultante) no tiene su origen en las revoluciones liberales que se suceden durante el siglo XIX, las que rompieron los ancestrales vínculos, la estructura orgánica y tradicional de la España que respetaba las libertades municipales, la diversidad innegable de las comunidades que la componen y todo aquello por lo que luchó el auténtico carlismo (que no fue un juego de pedantes cortesanos alrededor de un legítimo pretendiente, sino la resistencia más noble a la transformación de España que la conduciría al estado en que se encuentra hoy). Para Bosch i Gimpera y para Gabriel Celaya, por el complejo aluvión de sus prejuicios respectivos (similares en tanto que los dos han ido a las mismas fuentes: Pi y Margall con "Las nacionalidades" es una de ellas), ningún Estado habido en el curso de los siglos sobre el solar hispano, representa legítimamente lo que ellos entienden como la verdadera España: la España oprimida bajo el yugo de poderes estatales ajenos a su constitución histórica.
Hay aquí, como podemos ver un auténtico problema que está pendiente de ser resuelto y que no podrá ser solucionado aplicando la falsa perspectiva moderna (ingenua cuando exalta el unitarismo a la manera jacobina y que pone de manifiesto la ignorancia de nuestra historia peninsular).
Fotografía anónima de un baturro, durante la Guerra Civil.
No pensemos que este asunto, aquí someramente presentado, es un apunte erudito que tuviera cabida en una especie de capítulo sobre las “Concepciones de España”. Esta cuestión es más actual de lo que podemos pensar. Recientemente, D. Miguel Ángel Quintanilla, ha llamado la atención sobre lo que él denomina el “superestructuralismo”, encontrando que en esta vaporosa concepción "superestructuralista" de España cabe identificar algunas de sus proposiciones que Quintanilla enuncia, más o menos así:

1) España no es una nación, sino un Estado que se origina en la Constitución de 1978.

2) La transición del franquismo a la democracia fue una farsa.

3) Tras la vida política aparente, existe una vida política oculta que está corrompida.

4) Hay que desenmascarar el engaño.

5) La violencia política está legitimada en tanto que vivimos en una farsa.

6) España es a día de hoy una ficción, sostenida por la amenaza y la represión;

7) El superestructuralismo, al parecer del profesor Quintanilla, explicaría la derrota electoral del PSOE en 1996. (Artículo "España como superestructura", de D. Miguel Ángel Quintanilla, aquí enlazado).
Según D. Miguel Ángel Quintanilla, este discurso ha sido articulado por la izquierda, por el nacionalismo y por la izquierda nacionalista. El análisis de D. Miguel Ángel Quintanilla no deja de tener su interés, pero -aunque no lo compartimos íntegramente- hemos querido proporcionar la noticia de su existencia, puesto que pone sobre el tapete la cuestión que estamos tratando: la de una concepción que, como hemos podido ver, aludiendo a los casos de Celaya y Bosch i Gimpera, ha estado latente durante mucho tiempo y que, en gran medida, muestra una herencia federalista, en parte justificable -a nuestro parecer- en tanto que es la reacción de cuantos han sentido la opresión de un constructo ajeno a nuestras más hondas raíces: la artificiosa “superestructura” (en palabras de Bosch i Gimpera) del “Estado español” unitario (a la jacobina) construido por las minorías conspiradoras del liberalismo del siglo XIX, levantado sobre la expropiación de los bienes eclesiásticos y municipales, la depauperación y envilecimiento del pueblo y la explotación sistemática de nuestros recursos naturales por parte de potencias extranjeras como Inglaterra y Francia, mientras los oligarcas de los gobiernos liberales se lucraban… Y, en efecto, como resultado: el oprobio y sometimiento de la verdadera España. Hasta los extremos de convertirla de una potencia hegemónica en una colonia.
Salta a los ojos que la España de hoy no es, en modo alguno, una nación vertebrada. La España de las Autonomías está crujiendo. Los ánimos se crispan cada día más con las provocaciones, sobre todo de la Generalitat de Calatuña, y podemos decir, como Francisco de Quevedo, aquello de:
“Hay muchas cosas que, pareciendo que existen y tienen ser, ya no son nada, sino un vocablo y una figura”.
Sin embargo, no somos pocos los que, ante los desmanes de la casta partitocrática que no resuelve y más bien empeora las cosas, hemos pasado a la España Latente: a la Numancia de nuestros abuelos y a la Covadonga de nuestros padres. Pues será allí, en lo profundo, donde podamos poner a salvo lo que queda de la España verdadera, después de tantas bellaquerías, imposturas, expolios y truculencias que, desde el siglo XIX a hoy, hemos sufrido.
Otra España es posible. Pero será la que se reflote de los fondos.

sábado, 5 de octubre de 2013

RESPETO



“Si creo, como fiel cristiano que soy, que el hombre fue hecho a imagen y semejanza de Dios, y redimido con la sangre de Jesucristo, claro es que he de tener respeto a las personas. Pero, ¿por qué he de tener respecto a las ideas, si son contrarias a la ley de Dios y al bien de los hombres, y malas y perversas?”

Ramón Nocedal y Romea

EL CATARISMO Y LA DEMOCRACIA



Luis Gómez

Un hombre mantenía una conversación con otro en la terraza de un café. Hablaban de cosas mundanas, pero en un determinado momento, la conversación giró sobre la religión católica. Uno de ellos, el que llevaba la voz cantante, explicaba a su amigo, como los católicos eran unos falsos y casi unos “demonios”. Ponía como ejemplo la herejía albigense. Sin llegar a poder reproducir exactamente su exposición lo que vino a decir era más o menos esto:

En un determinado momento de la historia de la Iglesia, apareció el movimiento cátaro o albigense. Los sacerdotes católicos eran todos unos corruptos, y acumulaban mucho dinero y poder. Se habían encargado de mantener a raya y de hacer la guerra a los musulmanes, pero éstos se defendían en Tierra Santa. Como no podían con ellos, empezaron los pogromos contra los judíos, que primero se fueron de Francia hacia el este de Europa, y ya sabemos cómo terminaron casi todos durante la II Guerra Mundial. Es por ello, que contra los cátaros se las tuvieron que ver de una manera más enérgica. Este tipo de cristianos no los toleraba la Jerarquía, pues les socavaba el poder. Pero si en un principio les pareció que se podrían acabar con ellos de forma rápida, la cosa se les torció. Descubrir a un judío era fácil, a un musulmán también, pero distinguir entre cristianos, eso es más difícil. Los cátaros eran los “puros”, y eran más estrictos con la observancia de la pobreza que los católicos, así que si se mezclaban, era difícil distinguirlos. Un tal Simón de Monfort, en plena guerra contra los albigenses, metió en una iglesia a todo un pueblo, y le prendió fuego, con mujeres, niños y ancianos dentro. Dijo “Qué Dios coja a los suyos”  ante la imposibilidad de distinguir a los que mentían diciendo que eran católicos o de los que lo eran de verdad. Ello demuestra que la Iglesia es ha sido y será, un instrumento de poder y de muerte, que durante muchos siglos ha privado de libertad a los hombres y que sólo ha pretendido mantenerse en el poder a toda costa. Los clérigos y su jerarquía viven estupendamente, mientras el pueblo, debe de obedecer ciegamente sus directrices, o de lo contrario sufrir las consecuencias…”

Así se despachaba el “erudito” cafetero, mientras que su compañero escuchaba atentamente la “clase magistral” que le impartía su amigo mientras apuraba los últimos sorbos de su negra infusión.
Ante este dislate historicista, yo me puse a imaginar. Pensé en una sociedad democrática, donde la constitución y sus leyes regulan la vida del ciudadano. Entonces me imaginé a millones de individuos regulados y gobernados por esa Ley. Entonces, de repente, se me figuró que un individuo cualquiera, después de leer atentamente la Constitución, no estuviese de acuerdo con su interpretación, y fuese tan osado y valiente, como para llevar a la práctica la rebelión. El mundo democrático está regido por miles de personas que ocupan cargos políticos. Todos ellos, a cada cual más corrupto que el anterior. La prevaricación, el cohecho, el hurto a secas, la tiranía de la administración arbitraria de leyes y reglamentos, concejales pederastas, gobernadores violadores, otros que usan su posición y cargo para someter por la fuerza a mujeres indefensas, prostitución, venta de armas y de drogas, y en fin, un rosario de delitos, que día a día nos muestran los telediarios nacionales sin que ya seamos capaces de asombrarnos de nada. Me imaginé así a ese individuo harto de todo eso y emprendiendo una nueva vía. En mi ensoñación vi como a su alrededor se fueron uniendo más individuos que veían en ese líder alguien coherente, alguien recto y respetable. Todos juntos se fueron a vivir a una ciudad abandonada, y allí, entre todos, vi como la reconstruían. En esa nueva ciudad no existían los impuestos, ni los gobernantes, ni los concejales, ni nada por el estilo. Todos vivían como en paz y armonía. Las leyes eran las mismas, pero se administraban de forma distinta. No había corrupción por el momento.
 

 
Al poco tiempo, esos pocos se convirtieron en una masa de gente muy grande, y pronto, por otras partes de la región les empezaron a salir seguidores. En algunas ciudades de cierta entidad, algunos seguidores de este tipo de “vida constitucional”, se rebelaron contra las normas de sus legisladores, y en un gesto de coherencia dejaron de pagar los abusivos impuestos que pagaban, y que tanto provecho particular le sacaban los políticos dirigentes. Algunas provincias, esperando poder sacar más tajada de esta confusión, se pusieron a proteger a estos nuevos “hombres constitucionales”, con el sentir de que si así lo hacían, quizás podrían hacer realidad su sueño independentista y desunirse del resto del Sistema….

Al poco de tener esa imagen en mi mente, vi como reaccionarían los Demócratas. Aparecieron en mi imaginario cientos de policías y soldados apostados cerca de los límites de estos pueblos que habitaban los nuevos Constitucionales y los vi obligándoles a deponer su actitud, volver al “redil” y por supuesto que se les entregara a sus líderes para ser juzgados por los Tribunales. Vi la pasiva resistencia de esos hombres que no creían en la violencia y que no tenían ninguna oportunidad de vencer en una lucha armada, y vi también como desde el Poder, se dictaron leyes para reprimir y hasta perseguir a los que se oponían a la Democracia. Vi la sangre correr, las encarcelaciones de todo tipo de gente, privándoles de todo, encarcelándolos en campos de concentración tipo Guantánamo, a la espera de saber si eran afectos a la Democracia o no. Todo sin juicio previo, pero al amparo de la Ley.

Entendí, que si pasaran mil años, alguien sentado en un lugar parecido al que yo estaba ahora, podría decir que en el s. XXI hubo un régimen dictatorial llamado Democracia, que sometía a todos los habitantes del Planeta bajo su duro gobierno. Que bajo el nombre de Constitución, Democracia y Ley, obligaban a los mortales a padecer y sufrir mil y una tropelías. Que había un casta privilegiada, la de los políticos, que se saltaba toda norma y toda ley, pero que los demás, eran gobernados con rigor y sin posibilidad de buscar nuevas alternativas. Pensé, que bien podría ese hombre del futuro, terminar la conversación igual que la terminó el otro individuo que tomaba café, diciendo algo tal que: “…Ello demuestra que la Democracia es, ha sido y será, un instrumento de poder y de muerte, que durante muchos siglos ha privado de libertad a los hombres y que sólo ha pretendido mantenerse en el poder a toda costa. Los demócratas y su jerarquía viven estupendamente, mientras el pueblo, debe de obedecer ciegamente sus directrices, o de lo contrario sufrir las consecuencias…”

Ni la Democracia es así, si se administra con justicia y equidad, ni la religión católica es como la describió el ateo cafetero de este relato. Otra cosa es que los que la representan sean dignos de ella o no.


miércoles, 2 de octubre de 2013

CINE VISIONARIO



Por Antonio Moreno Ruiz

Hace poco tuve la oportunidad de ver por segunda vez en mi vida “La Vaquilla”, un clásico inmortal del cine español. Como ya sabrán, el reparto es excelente: José Sacristán, Alfredo Landa, Santiago Ramos, Juanjo Puigcorbé, María Luisa Ponte, Guillermo Montesinos.... ¿Y qué decir de su director, del gran Luis García Berlanga?

Ambientada en 1938, en plena Guerra Civil, plasma una historia que parece "friki" pero que poco a poco va desnudando una moraleja tan profunda como tremenda: Una mezcla sabia de humor y dolor. Tanto así que me permito dibujar una alegoría: Dos bandos matándose para que después los buitres se apoderen a placer de todo.... Como dice mi amigo y maestro Manuel Fernández Espinosa, en la escena final el cadáver de la vaquilla es el trasunto de España. Y fijémonos en la época que está hecha la película... Fue como cuando Fernando Vizcaíno Casas escribió el guión de "Las autonosuyas”. Algunos creerían que eran "oscuros" o "exagerados", y el caso es que hasta se quedaron cortos.

Ante tanta ideologización, histerismo y confusión, y con la lamentable crisis que padecemos, no está de más pegarle de vez en cuando un buen repaso a este peliculón. Una joya de nuestro cine que en nada se parece a los subvencionados bodrios contemporáneos.

"EL CONCEPTO DE INHABITACIÓN", POR ALBERTO BUELA



El concepto de inhabitación

                                                                                  Alberto Buela(*)


Desde que salió editado, allá por 1971, el opúsculo de Nimio de Anquín De las dos inhabitaciones en el hombre, nos llamó la atención el término inhabitación.

Claro está que el filósofo cordobés dio por conocida la palabra y no se ocupó de explicarla. Inhabitatio-onis: morada de  Dios por acción del Espíritu Santo en el alma del justo.

Años más tarde leyendo a uno de los grandes teólogos contemporáneos, el dominico español Royo Marín (1913-2005), éste afirmaba que: uno de los temas más santos y sublimes de toda la sagrada teología es la inhabitación del Espíritu Santo en el alma”.

Veamos si podemos decir algo más al respecto.

Es sabido que Dios para la teología cristiana es la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas distintas y una sola naturaleza. La relación de las personas es estudiada bajo el nombre de perichorésis, en latín circuminsessio y en castellano circuminsesión, lo que quiere decir que la relación del Dios Trino se intensifica por la relación de circularidad entre las personas divinas.

Esta idea de circularidad circum viene de la filosofía griega que la tenía por la expresión de lo perfecto, lo mismo que la idea de relación que en ellos era denominada pros ti= respecto a algo. La relación depende de otras cosas. Tiene lugar entre dos o más sustancias y, al mismo tiempo, es la menos sustancial de todas las categorías Ejemplo clásico de términos relativos son padre respecto de hijo como hijo lo es de padre o alto de bajo y viceversa o izquierda de derecha.

En el seno de la Trinidad, el Padre engendra al Hijo. El Hijo es engendrado pero no creado por el Padre, mientras que el Espíritu Santo no es tampoco creado ni engendrado como el Hijo sino que “procede” del amor mutuo entre el Padre y el Hijo. Así, la espiración o exhalación de ese soplo amoroso que sale del Padre y del Hijo da lugar al Espíritu Santo.

Dios como amor, Dios como ágape, se muestra en su plenitud en tanto que el Padre ama al Hijo, el Hijo ama al Padre y estos dos amores inmensos  se expansionan como un soplo que se hace como ellos real, sustancial, personal y divino: el Espíritu Santo. Este es el gran misterio de il Dio ignoto, del que solo sabemos por la revelación.

Ahora bien, estas son las acciones de Dios hacia adentro, ad intra mientras que sus acciones hacia afuera, ad extra las realiza por acción del Espíritu Santo en el alma o la conciencia del hombre y que se denominó técnicamente inhabitación. Por ella el Espíritu Santo habita en el hombre y ello le permite a éste barruntar, al menos algo, del misterio de realidad divina. Este ha sido un privilegio de algunos místicos.

El Espíritu Santo, el gran desconocido, como lo denomina el mencionado Royo Marín, aparece en el Evangelio solo bajo tres imágenes: a) bajo forma de paloma se posó sobre el hombro de Jesús luego de su bautismo. b) como nube resplandeciente que cubre a Jesús en su transfiguración en el monte Tabor y c) como lenguas de fuego en el cenáculo de Jerusalén que se posan sobre la cabeza de los discípulos  y comenzaron a hablar distintas lenguas.

La inhabitación, como hemos dicho, de alguna manera nos diviniza y nos “hace partícipes de la divina naturaleza” (2 Pe 1,4) y, además, el Espíritu Santo nos infunde las virtudes infusas y sus dones.
Las virtudes infusas o teologales (fe, esperanza y caridad) son las que Dios a través del Espíritu Santo infunde en el alma del hombre. Se distinguen las teologales (fe, esperanza y caridad) dirigidas al fin sobrenatural y, las cardinales, que se dirigen a los medios (prudencia, justicia, fortaleza y templanza).

La diferencia de estas virtudes infusas con las virtudes meramente éticas, es que estas últimas se mueven en el orden natural, mientras que las infusas necesitan siempre para pasar al acto de una gracia actual procedente de Dios. Esto fue conocido como la moción del Espíritu Santo.

Los dones

La moción donal del Espíritu Santo reconoce siete: temor de Dios, fortaleza, piedad, consejo, ciencia, entendimiento y sabiduría. El número siete indica aquí plenitud.

Los tratadistas entran a jugar acá con todo un sistema de vicios y virtudes que como es sabido, es un sistema abierto pues nadie ha podido determinar con certeza cuántos y cuáles son, desde Platón y Aristóteles hasta Max Scheler y Otto Bollnow.

Así a estos dones, siguiendo la teoría de la virtud enunciada por Aristóteles, les corresponderían sus vicios opuestos: soberbia, cobardía o flojedad, impiedad o dureza del corazón, precipitación o lentitud excesiva, ignorancia, ceguera o embotamiento espiritual y estulticia o fatuidad, como incapacidad para juzgar de las cosas divinas.

A su vez a estos dones se los vincula con el sistema de las virtudes que nos viene desde Platón: El temor de Dios con la esperanza y la templanza, la fortaleza con su homónima en el orden natural, la piedad con la justicia, el consejo con la prudencia, la ciencia con la fe, el entendimiento con la fe y la sabiduría con la caridad.

A su vez, y en esto la escolástica maestra en dividir y subdividir ad infinitud, cada una de estas virtudes eran divididas en muchas otras, así por ejemplo: en la prudencia se distinguían ocho momentos: memoria del pasado, inteligencia de lo presente, docilidad, sagacidad, razonamiento, providencia, circunspección, precaución o cautela.

Pero esto no termina acá, tenemos además los frutos del Espíritu Santo que según la Vulgata son doce: caridad, gozo espiritual, paz, paciencia, benignidad, bondad, longanimidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad y según San Pablo (Gál. 5,22-23) son nueve: caridad, gozo espiritual, paz, longanimidad, afabilidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.

El problema desde el punto de vista filosófico es que tanto los dones como los frutos del Espíritu Santo no son hábitos sino actos y que como tal pueden ser múltiples y variados. En una palabra, pueden ser más o pueden ser menos.

Brevemente, como para que una cabeza moderna tan alejada de estas sutilezas, con sus divisiones y subdivisiones, tratemos de explicar los dones del Espíritu Santo.

Así, apenas decimos, temor de Dios, nos salta la objeción:¿si Dios es bueno cómo le vamos a temer?

Este primero de los dones quiere significar el sentimiento reverencial hacia la majestad de Dios que se manifiesta a dos puntas: a) por la detestación del pecado y b) por la infinita pequeñez nuestra.

Mientras que la virtud cardinal de la fortaleza ofrece el coraje necesario para afrontar toda clase de obstáculos, el don de la fortaleza infunde la confianza de afrontarlos y superarlos a todos cualquiera sean sus dificultades.

La piedad muestra el cariño filial hacia Dios como Padre lo que despierta un afecto fraternal con el resto de los hombres hijos de un mismo Padre. Es esta la única y ultima ratio del humanismo cristiano. Pues los hombres no somos iguales per se sino solo “en dignidad”. “No hay judío o griego, no hay siervo o libre, no hay hombre o mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús” (Gál. 2, 36-28).

El consejo es la capacidad de encontrar la palabra adecuada para obrar en los casos particulares en vista al fin último sobrenatural.

El don de ciencia es el que permite juzgar rectamente sobre las cosas, la creación y relacionarlas con Dios.

Viene luego el entendimiento que es la intuición que nos permite penetrar en las cosas sagradas, como las enseñanzas de Jesús, sin errores de interpretación.

Por último tenemos el don de la sabiduría que nos permite gozarnos en las cosas divinas y está más allá de la ciencia y el conocer. El término sabiduría indica originariamente “sabor”, y así señala el gusto por las cosas de Dios.

Como vemos los dones del Espíritu Santo poseen una relación jerárquica que va de la condición más elemental a la más elevada. Y nosotros sabemos por la axiología que los valores más bajos son más fuertes que los valores más altos, pero que, paradójicamente, los más altos dependen de los más bajos para poder existir.

Con la moción donal pasa lo mismo. Así, por ejemplo, no podemos recibir y ejecutar plenamente el don de la sabiduría, o el del entendimiento o de la ciencia o del consejo o el de la piedad o el de la fortaleza si previamente no detestamos el pecado a través del temor de Dios.

El temor de Dios, que es el menos perfecto y más bajo de todos los dones, está en la base de la relación del cristiano con Dios. El temor que fue definido por los filósofos como un malum futurum no se dirige a Dios en sí que como tal es el bien supremo, sino a su justo castigo a nuestras culpas. Y ese castigo divino tiene que ser entendido como un bien para el pecador. Recuerdo una vieja oración al acostarse: Dios me cubre con su manto, con su manto de color, donde no hay ruego ni temor sino a Dios nuestro señor.

Se equivoca Hegel cuando en su Filosofía del derecho proclama que el régimen más justo es aquel en que el culpable reclame su castigo como su derecho. Pues el culpable, el pecador, no solicita castigo sino que, en el mejor de los casos, pide perdón. El castigo y su posibilidad siempre es vivido con temor por el hombre.

Para cerrar esta breve meditación con el autor que comenzamos diremos que para Nimio de Anquín el hombre en tanto animal racional es un ente del Ser que es el primer huésped que inhabitó su conciencia a partir de la filosofía griega. El nuevo huésped fue el Dios cristiano ¿pueden inhabitar los dos?. “el Dios creador agapístico no excluye del todo al Ser, mientras que Dios creador omnipotente, que continua siempre en tiniebla impenetrable, sí lo excluye absolutamente….La palabra símbolo para una conciliación, es participación, bien pudiera darse así una cohabitación cordial”

Esta distinción entre el Dios cristiano concebido como Amor, más aún como amor de amistad, y el Dios omnipotente, el de temor y temblor de Abraham marca, en forma definitiva, la incapacidad desde el judaísmo de hacer metafísica.

Porque Jehová excluye absolutamente al ser greco-parmenídeo. La tradición griega y la tradición judía son tradiciones que se oponen, que no se complementan ni pueden complementarse.

Cuando nosotros afirmamos alegremente que nuestra tradición es judeo cristiana es un dislate, un error garrafal, pues nuestra tradición es heleno cristiana. Lo que tiene de judeo cristiana es el antiguo testamento, pero solo como texto, ni siquiera como interpretación.

El más publicitado filósofo argentino de estos últimos años, José Pablo Feinmann, afirma en múltiples escritos que: “El cristianismo no inventó nada original: es la consecuencia directa y extrema del judaísmo”

El afirmar que el cristianismo no inventó nada, más allá de lo que hubiera inventado el judaísmo es, o bien, exaltar al judaísmo sobremanera o bien, desconocer el cristianismo en su esencia.

Pues, así como Dios para los judíos es el creador desde la lejanía infinita, el sin rostro de Moisés. El Dios cristiano además de creador ex nihilo=desde la nada, único rasgo en común con el de los judíos, es Dios-ágape, es el Dios con rostro que se hace hombre y que significamos en la cruz.

¿Qué quiere decir que Dios es ágape? Que Dios es amor, donación de sí, que mueve por aspiración y no por temor. El misterio de la perichorésis o circuminsesión, como hemos visto, sólo se explica por el amor. Esto ha sido, y por lo que vemos sigue siendo, incomprensible para la inteligencia judía. Por más que se desgañiten Martín Buber con la relación yo-tú o Emanuel Levinas con el rostro del otro. Es que su inteligencia está condicionada por su preconcepto del Dios judío omnipotente y lejano vivido por la criatura como amenazante.

El asunto es que el concepto de amor no es comprendido. Y corta es la inteligencia judía en el tema del amor y sobre todo, del amor cristiano. Es por ello que si recorremos la literatura, de autores judíos, que es millonaria en libros, sobre el tema, estos siempre, pero siempre, siempre terminan equiparando: 1) amor a filantropía (ponga el lector el filántropo que quiera) o 2)  amor a humanidad (se proclaman a sí mismos maestros en humanidad, sobre todo luego de la segunda guerra mundial).

En cuanto al concepto de amor griego, como es sabido, posee tres acepciones: ágape, philia y eros, pero estos pensadores quedan detenidos y limitados en el eros (recuerde el lector los dueños de las grandes cadenas de pornografía y prostitución mundial). En contados casos llegan a la philía, pues viven a los otros como amenaza,  pero jamás a la compresión acabada del sentido agapístico.
Porque para comprender el ágape hay que salir de sí en donación al otro y esto es incongruente y contradictorio para la inteligencia judía donde prima la razón calculadora. Y es lógico, no se puede poner la inteligencia y el existir en aquello que no se comprende.



(*) arkegueta, mejor que filósofo

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